Ya no la podía ver. Pero estaba casi convencido que se encontraba allí, afuera, acechandome, viendome como lo que yo era para ella: Su proxima victima.
El silencio era expeso y prominente, muy a pesar de encontrarme en una de las principales calles del pueblo. Pero era ya pasada medianoche, y los vecinos dormian desde hacía rato. Al parecer solo yo me encontraba por allí. Yo y... aquella cosa agasapada en algun lugar, esperando el preciso momento para hacer su muy infame jugada.
Mi corazon latía muy fuerte y deprisa, como queriendo salir de mi pecho. Me asomé nuevamente a traves de una angosta rendija en el portón de aquel garage donde me encontraba oculto. Observé hacia todas las direcciones, que aquella pequeña abertura me lo permitía, muy detenidamente. En especial, hacia arriba, hacia aquel muy oscuro cielo nocturno donde, momentos antes, se habian topado mis ojos con aquella cegadora luz que apareció muy de subito frente a mi, a unos cincuenta metros de distancia, levitando a muy baja altura de aquel cielo plutónico, como observando muy detenidamente mis movimientos.
Pero aquella fuente e intempestiva lumínocidad no la lograba ver ya. No desde mi ocultez. Pero mi intuicion siempre había sido fina, y esta me decía que allí solo no me encontraba.
---¿Se habrá ido?--- surgió un ingenuo y vago pensamiento, desde un muy distante rincón de mi subcosciente.
Esperé allí algunos largos minutos. Y la noche volvía a lucir aquella vestidura de pasividad y silencio, igual a todas aquellas noches que acostumbraba andarme por allí, colandome a escondidas en las casas de mis amigas sentimentales.
Pero, como dije anteriormente, mi intuicion siempre había sido fina, y no terminaba convencerme del todo aquella extraña tranquilidad. Seguí observando por mas tiempo el panorama. Y este seguía presentandose igual: Una pasmosa quietud dominando aquella noche dormida, tan dormida que ni siquiera los perros dejaban oir sus ladridos.
Tenia que hacerlo de una vez y por todas. Salir de allí y no prestar mas atencion a aquella insistente voz dentro de mi cabeza, que me indicaba con gran vehemencia lo poco probable que era salir bien librado de aquella situacion.
Con cada segundo que pasaba crecía más mi ansiedad, haciendo aún más dificil dar aquel primer paso. Repasaba por enecima vez el panorama. Y aunque mi intuicion permanecia insistente, sobre la existencia de un peligro inminente, me dejé llevar un poco por lo que apresiaban mis sentidos.
---Pero...ya todo se ve tan calmo. Tan apasible---de dije.---¿Será verdad lo que mi intuición me grita? ¿Si mis sentidos todo ello contradise?--- pensé.
Y en medio de aquella fugaz cavilacion, y sin darme cuenta, unos cuantos pasos al frente había dado. Bajé la mirada y vi que ya me encontraba pisando el oreo asfalto de aquella solitaria calle. Entonces, una muy escueta sonrisa se mostró en mi rostro.
---¡Todo se encuentra bien!--- dije, musitando.
¡ Y fue cuando sucedió!
Se apareció nuevamente aquella muy tenebrosa luz. Esta vez justo sobre mí. Más grande, más brillante. El zumbido que emitía entonces era envolvente y fuerte. Parecía imposible no fuera escuchado por los demás vecinos. Pero en aquellas casas cercanas nadie se manifestaba. Me encontraba solo allí con aquella cosa desconocida, misteriosa, aterradora.
Di la vuelta y corrí de nuevo hacia aquel garaje. Corrí con todas las fuerzas que mis temblorosas piernas me lo permitieron, sin poder evitar pensar que todo aquel esfuerzo lo estaba realizando muy en vano. Entonces sentí como desde aquel objeto luminoso se desprendía una columna de su luz que me arropó de inmediato. Experimenté un fuerte vacío alrededor de mi, sentí faltaba el aire en mis pulmones, también sentí la fuerza abandonar mi cuerpo. Estaba atrapado en aquel manto de luz que no tardó en succionarme lentamente, mientras yo intentaba dejaba escapar, con desespero de mi garganta, gritos que, de esta, nunca salieron.
Luego, lo que era un entorno de gran luminiscencia, se transformó en oscuridad plena. Sentí caer acostado sobre una fría plancha metálica. Entonces, algunos destellos lumínicos, de una fosforescencia verdosa, comenzaros inundar el lugar, dejado ver algunas cosas, algunos seres poco agradables a mi aterrada vista.
Lo siguiente que comencé a experimentar, me gustaría decir que, por haber sucedido tan rápido, no sentí gran cosa. Pero, la verdad ¡no fue así! Pude sentir, ver y hasta oler lo más mínimo de todo lo que aquellos seres me hacían. ¡Tan fuerte, tan violento que, de súbito, desperté!...
Me vi en mi cama. Sudando copiosamente y muy exaltado.
---Fue tan solo un sueño ¡Una horrible pesadilla!--- intenté convencerme.
Pero, con el pasar de los días, me convenzo más de aquello no fue un sueño. Mucho menos sintiendo sobre mi piel, en cada rincón de mi cuerpo, incómodos dolores. Dolores en donde, sin verse cicatriz alguna, sé aquellas criaturas hicieron múltiples incisiones. Me abrieron como un ave próximo a cocinar. Examinaron mi interior y quien sabe que otra cosa más se atrevieron hacerme en mi rapto.
Siempre había creído en la existencia de seres de otros mundos. Pero los imaginaba menos hostiles. Respetuosos de los planetas y seres a los cuales visitan. Pero hoy comienzo darme cuenta, ya muy tarde, que no solamente han venido a invadirnos, sino que lo están haciendo de la manera más ruin que se puede imaginar: Invadiendo nuestros cuerpos y despojándonos lentamente de ellos.
Esta terrible debilidad que siento me indica que ya comienza claudicar mi alma. Y los irracionales pensamientos en contra de la especie humana me dejan muy en claro que la criatura sembrada dentro de mi ya se encuentra próxima a tomar control total de mi ser. ¿Cuántos de ellos ya no habrá por allí, en nuestras calles, dentro de carcasas humanas, gestando su plan final?
Por Frank Clemente
Administrador de profesión, Frank Armando Clemente Ruiz es un Venezolano, que ha dedicado los dos últimos años a exponer, a los amantes de la lectura, sus trabajos literarios: gran afición de niñez y que ha dado prioridad en su vida desde comienzo del año 2.021. La decisión de abocarse centradamente en el mundo de la escritura es a raíz de la compleja situación socioeconómica que experimenta su país. Fue allí, en la expresión literaria, donde encontró algo de sosiego, ante tanta precariedad que se vive en nuestros países latinoamericanos. Desde entonces ha publicado para importantes medios impresos y digitales en México, España Argentina, Colombia y Venezuela, lo que le mantiene muy despierta su pasión por las letras hasta el sol de hoy. Hasta que su lápiz se canse de exteriorizar sus pensamientos y sentires.
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