La oscuridad de las calles, las copas sombrías de los eucaliptos, y un muro de piedras pegadas unas con otras pudimos observar al abrir los ojos, mientras un alarido nos traía a este mundo al otro lado de la estación del ferrocarril.
Justamente en la esquina de Esteban Echevarría e Independencia, a pocos metros donde la curva de la vía se abre más para llegar a los cuarteles, en una habitación de ladrillos se oyó unos gritos. En tanto afuera los testigos fueron acercándose hasta la grieta que se hundía en la pared frontal de la bodega Trunquelem. Los podíamos observar a través de la ventana de madera, y dos pequeñas aberturas de medio arco, por donde el ímpetu despachaba botellas de vino y damajuanas los siete días de la semana.
Hemos nacido casi a la misma hora con unos segundos de diferencia como la pausa del rumor etílico que describe la inclinación del vaso para mojar los labios.
En medio de la oscuridad: — ¡No, no!— exclamó la parturienta, mientras el cuchillo cortaba la vestidura y la carne. — ¡No, no!— se oyó nuevamente, mientras la sangre chorreaba hasta caer al piso de tierra, a la vez que el cuchillo entraba y salía del cuerpo de aquella mujer.
Hemos nacido casi a la misma hora, una diferencia de varios segundos nos separa uno del otro, será por eso que carecemos de toda alegría.
Por Jorge R. Acevedo
Jorge Rolando Acevedo nació en Tartagal, Salta, Argentina, el 10 de abril de 1968. Es profesor de Historia y Letras, poeta y escritor. Obtuvo números premios a nivel nacional e internacional, además de participar de diversas antologías. Ha publicado tres libros de poesía: Eres como la hierba, (1997), El caminante, (2006) y Dadelos, la casa del silencio, (2020); y el libro de narrativa breve Habladurías.(Cuentos para un ratito, versos para una hora) (2019), que contó con el aporte del Fondo Ciudadano de Desarrollo Cultural, del Ministerio de Cultura, Turismo y Deporte de la provincia de Salta.
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