Dormimos amontonadas en el sofá-cama que está en la sala, hay una cobija para las cuatro, nos acostamos con la cabeza a raíz, sin almohada. Aunque peor es nada, porque de esto a la banca del parque, prefiero amanecer con el cuello torcido. Aquí junto al sofá, yace el árbol de esta casa. Lo veo y recuerdo el nuestro, era la mitad de alto que este y estaba más pelón.
Lo recuerdo cada año repleto con cajas de regalo ¿Dónde quedó nuestro árbol?
Nancy baja las escaleras de prisa. Prende la luz, nos dice que despertemos, que es hora de abrir los regalos. Aunque todavía ni amanece, siempre hace lo mismo. Lula despierta emocionada. Mami regalo, dice. Y mamá hace que abra los ojos. Estiro el brazo y le paso el regalo de mi hermana.
Cuento uno, dos, tres, cinco, diez regalos que dicen Nancy. Mi tía abraza a su hija,
le dice feliz navidad. Parece que veo un programa de televisión; una niña abre regalos a lo desgraciado, avienta el juguete que ha desenvuelto y va por otro. Mientras, su mamá
aplaude. De esto se tratan las navidades, ¿no? El regalo de Lula es una Barbie a la que se le doblan las piernas por ser de un plástico delgado. Tiene pelo solo por las orillas de la
cabeza, si la despeinas puedes ver su calva. Está muy feliz con su muñeca, la abraza, es la mejor navidad del mundo para ella. Mamá le besa la frente y se estira hasta alcanzar el otro regalo que queda.
Feliz navidad, hija, dice moqueando y se le llenan los ojos de lágrimas. Mi hermana
Laura sigue dormida. Dichosos los bebés que no saben qué día es hoy. Paso saliva, tomo el envoltorio y lo observo. Este regalo está mal pegado, se ve el cabello de la muñeca por una orilla. Lo que tengo en las manos es una Barbie, una igual a la de Lula. Está envuelta con papel de regalo reciclado de hace sabe cuántas navidades. Ni siquiera es nuevo. Volteo a ver a Nancy, le dieron un carro de muñecas a control remoto. Espera ¿ese no es el carro que yo pedí?
Mamá quiere que abra el regalo y seguramente espera que lo haga igual que lo hace
Nancy, apasionada, sin contenerme. De seguro ansía que me sorprenda y que esté feliz. ¿De verdad estará esperando eso? Esta navidad es para recordarla siempre, en especial porque yo envolví mi regalo.
Por Samantha Carolina Torres Hernández
Es una cándida pseudo-escritora que se dedica a la narrativa esporádica. Actualmente es añeja estudiante de la Lic. en Letras Hispánicas del Centro Universitario del Sur. Acreedora de una mención honorífica por el tercer lugar en el quinto concurso literario CUSur en la modalidad cuento, ganadora del octavo concurso literario CUSur en la modalidad de cuento, obtuvo el tercer lugar en el concurso Panteón Literario en la categoría de poesía. Tiene textos publicados en revistas como Revista Monolito, Hipérbole frontera, Irradiación, Pérgola de humo, Amarantine Revista, entre otras. Es amante del rap hispanoparlante y odia dormir con calcetines puestos.
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