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Un velo

Actualizado: 20 mar

Detrás del velo blanco, estás sonriendo con tus dientes perlados, caminas con tus tacones prestados, tus mejillas enrojecidas, ora tu cuerpo reaccionando a las hormonas serotonina y oxitocina, ora tu maquillaje perfecto, indican tu emoción. Las luces impactan a tu vista, quizás un error de la producción, decides pensar eso. El evento inicia y tu corazón se relaja, te has preparado para eso toda tu vida.

La música nupcial se amplifica, el público se levanta. Caminas hasta el arco blanco frente a ti, tu velo te cubre tus ojos cafés, aquellos que han comparado con el bronce de las espadas romanas, jamás olvidaste aquel curioso cumplido.

—Al fin llegas —te responde Michael, su control de los nervios te impresiona.

—¿Me esperaste? 

—Siempre.

Un diálogo perfecto, contienes tu satisfacción, el sacerdote levanta los brazos.

—Empecemos, porque el amor se siente en el viento de esta tarde soleada.

—Te amo, Irene.

—Te amo... Ángel.

El anillo que Michael te coloca tiene un rubí, cabe perfectamente en tu anular, la ceremonia ha terminado y, como marca el guion, te toca un beso apasionado. Michael se te acerca y cierras tus ojos.

El público se levanta y los aplausos son enloquecidos, Michael se separa de tus labios y, tomados de la mano, hacen una reverencia. El resto de la compañía teatral, en sus trajes, vestidos y uno que otro maquillado de muertos en vida, se presentó para la ovación.

El director, con su tatuaje de Condorito en su bíceps derecho, saltó al escenario con un micrófono en mano. El vitoreo se calmó.

—¡Muchas gracias! De verdad muchas gracias por sus aplausos, sus sonrisas, todo, de hecho. Esta obra ha sido una experiencia increíble para todos nosotros, la Compañia Teatral Justine and Kilian. Especialmente porque es la primera puesta en escena de un trabajo creado por un miembro nuestro, quien desgraciadamente falleció hace unos meses.

El público se desconcertó, lo notaste con tus ojos café. El silencio era respetuoso, aquello te alegró.

—Esta obra significa mucho para nosotros y, en lo personal, he dado lo mejor de mí para traerla a escena. Y les puedo asegurar que también nuestros actores lo han dado todo para realizarla de la mejor forma, aquella que Ángel hubiera deseado ver para todos ustedes.

Los aplausos volvieron y tú sientes que la garganta se te cierra un poco, sonríes y aplaudes también, el momento es hermoso. Finalmente llega el aviso de la productora, la compañia comienza a dejar el escenario y tú, aún con los tacones, avanzas hasta llegar al camerino general, donde todos se juntan.

—Ha sido un gran trabajo —Dice el directo.

—Sí, Irene ha sido extraordinaria —tu amigo Michael te halaga, eso te gratifica.

—¡Buenas noches a todos! ¡Nos vemos mañana para la siguiente función! —dices con tu tono más efusivo

Llegas a tu casa, te duelen los pies, los labios te tiemblan, esta noche te ha agotado en formas que nunca habías pensado, pero mentirías si creyeras que no estás feliz. Eres muy feliz, sobre todo cuando ves el anillo de rubí, ese que te dio él.

—Ángel...

Revisas tu celular: 4 de noviembre, es la misma fecha, aquella que recuerdas con dulzura. Abres tus mensajes y lo buscas, nunca lo borrarías. Lo encuentras.

“Irene, estoy escribiendo una obra sobre nosotros...lo que seremos.

Irene, estás llorando.

—Lo logramos, cariño, usé un velo.

 

Por Diego Basulto

Estudiante de la Licenciatura en Historia.

Ha publicado en diversas revistas, como Inéditos, Anacronías, Narrativa y Anapoyesis. Ha formado parte de las antologías "Si la arena hablara" de Escinde y de "Ecos Sensibles" de la Academia Nacional e Internacional de Poesía, sede Ciudad de México. Mención especial en la antología "Navidades Paralelas 2" de Lengua de Diablo


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