Yo ya traía el estigma antes de nacer, mucho antes de que la primera gota de semen inflara la panza de mi madre. Debió influir la atracción del frío, las siluetas negras, la depresión y el perfecto mecanismo de la sociedad, que es más rutina que vida. Yo traía la herida más invisible que a cualquiera se le adjudica cuando llora.
La llaga adornada de sangre se cierra para volverse costra. Pero luego la arranco con los dientes (y esto es algo absurdo, porque mantengo una tremenda obsesión con ella) y la sangre no para en ningún lugar del tiempo. Sé que me he herido más de lo necesario. ¡Es tan frustrante no abrirse más la piel sobre la cicatriz!
Yo ya traía el estigma antes de nacer, yo ya había muerto millones de veces antes de que el capitán me encontrara escondida en el barco y me dijera que era mal augurio una mujer en un navío. Con la espada fría sobre mi garganta me prometió la muerte.
Yacía sobre el húmedo suelo, mirando el galope de las nubes y sus bocas. Estaba a orillas de aquel barco, con mi cabeza fuera de él y mi cuerpo dentro. Mi cuello era el mediador y único aterrado. El sol me quemaba el cuerpo. Entonces sucedió: en un fugaz contacto de la espada del capitán con mi cuello mi cabeza se desprendió y pude verlo todo: el azul del mar, unas gaviotas que cambiaron su dirección hacia mí, el horizonte y su hermoso pálpito rojo. Todo fue perfecto y preciso; sin embargo, nunca besé el mar.
Por Gibrán Christopher Villarreal Ramírez
Nacido en 1995, el primero de 3 hijos experimentándose en el desastre infantil y practicando la escritura desde niño, salvado por el oro de la música. Después de cursar las cuatro escuelas del humano, leyendo libros y al mundo, llega a sus 25 años con su silencio intermitente para esparcir su presencia autopublicando 100 ósculos pomulares (un libro de poemas), repartiendo otros versos en el número 1 de Alerta sociológica y en ERR-Magazine, regando un cuento en el Primer encuentro de escritores jóvenes de la UAM Iztapalapa y participando con un cuento en el proyecto de Colectivo Quetzalcoatl. Al salir del corredor de la licenciatura en psicología social, hace brotar sus letras en Qaholom (https://qaholom-gc.blogspot.com), su propio blog, aunque ya desde antes engendraba temas oscuros y brillosos o híbridos de ambos, oscilando entre lo cursi y lo imprudente, en cuentos y poemas. A veces solitario y a veces altamente social, pintó cuadros para su propio cuarto y rapeó (todavía un poco).
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