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  • Foto del escritorcosmicafanzine

Vecinas

Todos los días la veo salir hacia la escuela, normalmente regresamos al mismo tiempo. Vive en la casa de enfrente de la nuestra. Nunca tiene calor, aun en los días de mayo siempre trae un suéter de colores, tiene tres diferentes: uno rosa pastel con fresitas en los bordes y botones rojos; otro amarillo tejido con abejitas en todas partes; y uno blanco para los lunes de gala. Quisiera tener uno de esos suéteres, pero más bien quiero ser su amiga. Me acabo de dar cuenta que, además de no tener calor, nunca trae el pelo suelto. Tal vez su mamá es como la mía que dice que las niñas se ven feas todas greñudas y chamagosas. Solo que mi mamá solo sabe hacer colas de caballo dolorosas, a veces creo que me va a arrancar el cuero cabelludo o que me veo más ojona de lo que en realidad soy por lo mismo. Bueno, hoy es un día feliz porque, después de tanto verla por la ventana del cuarto de mi mamá, que es el que da a la calle, al fin escuché su nombre. Se llama Aranza o Arantza o Arantxa. Me pregunto si le gustará que le digan Aranzita o Arantzita o Arantxita, parece que es chaparrita como yo; aunque no por eso me dicen Dianita, es que mi mamá se llama Diana también. Cuando recién nos mudamos a este nuevo callejón, me dio miedo perder a mis amigas, pero sigo hablando con Cynthia todos los días por teléfono, mi mamá dice que no me cuelgue tantas horas tan seguido porque la cuenta del teléfono sale muy cara. Hoy le conté a Cynthia su nombre y creo que se puso medio celosa porque ya solo me respondía “mm” y “aaah” y “órale”. Le dije que me tenía que ir porque la cuenta del teléfono iba a salir muy cara, total, si no quiere hablar conmigo no le voy a rogar, yo no me pongo celosa por sus otras amigas del callejón. Luego, me puse triste, porque la verdad soy muy mala haciendo amigas, hay algunas en la primaria que dicen que son mis mejores amigas y ya perdí la cuenta, pero son de mentiritas, porque las amigas solo se cuentan con los dedos de una mano, las mías son: Andy, May, Ana Mary, Sara y Cynthia. Ahora que lo pienso podría sacrificar a Cynthia, si siempre se va a poner así de payasa, mejor meto a Aranza o Arantza o Arantxa. He salido a la entrada de la casa a jugar con mis Barbies, tengo una nueva que me regaló mi papá, tiene el cabello negro como el mío. Tal vez si salgo todos los días, un día quiera acercarse y, entonces, sea más fácil hacerle la plática. Ya llevo varios días jugando en la entrada. Estoy triste, ella no sale de su casa. Se me ocurre que tal vez no le gusten las Barbies y se le haga de niña chiquita y le dé oso verme. Me harté y le platiqué a mi mamá, pero fue un gran error: me dijo que tal vez no la dejan salir porque nunca ha tenido amigas en este callejón y que la mejor manera de conocerla era si ella iba y le tocaba y le pedía permiso a su mamá para que Aranza o Arantza o Arantxa pudiera venir a jugar conmigo. Le ruego que no lo haga y casi lloro, pero la verdad es que lo mismo hizo en el otro callejón y, al final, hice varias amigas. Eso no quita que me dé vergüenza, ¿qué tal si sí le doy oso y se burla de mí en secreto? Mi mamá ya fue y yo la espío desde la ventana de la cocina; volteó a señalarme justo cuando estaba asomada entre la cortina. Me puse roja del oso y me escondo. Vuelve luego luego y me dice que ella también quería jugar conmigo desde hace mucho, pero le daba pena acercarse, entonces que mañana va a venir a jugar conmigo. ¡También tiene Barbies!, le dije a Cynthia. Otra vez me dijo que “mm” y “ah” y que “qué padre”. Es bien grosera. Ya casi llega Arantxa. Es muy bonita, tiene el cabello largo, lo trae amarrado con dos colitas y trae otro suéter, uno azul de pececitos. La agarré de la mano para ir a mi cuarto y sentí un escalofrío que fue de mi brazo derecho al estómago. Me cae muy bien Arantxa, tenemos mucho en común: nos gusta Geografía por los mapas del Atlas, a las dos nos gustan las películas de Barbie y de grandes queremos ser bailarinas profesionales. Cuando viene bailamos ballet en mi cuarto y nos tomamos de las manos, damos vueltas sin soltarnos y nos reímos un montón. Sigo sintiendo cosquillas, me gusta mucho dar vueltas con ella. Todos los días nos saludamos cuando salimos a la escuela, aunque no entremos a la misma hora, y cuando regresamos. A veces tenemos mucha tarea y nuestras mamás no nos dejan jugar, pero la verdad nos vemos casi diario. Nuestras mamás ya son amigas también. Hoy no jugamos tanto como siempre, nos confesamos nuestros secretos más oscuros. Me dice que no le diga a nadie, pero que es un hada, que por eso siempre trae el cabello recogido, porque, si se lo suelta, puede perder todos los brillitos mágicos que guarda en el cabello. A mí me hace mucho sentido, además, las hadas son muy bonitas, como ella. Eso le digo y se pone roja y me sonríe. Dice que todos sus compañeros le hacen burla por sus dientes chuecos y dicen que es fea. Me enojé, es la niña más bonita que he visto jamás. Le digo que seamos amigas para siempre; dice que sí. Sueño mucho con ella. Anoche soñé que íbamos a la playa solas y comíamos muchas cosas ricas. ¡Vamos a tener una pijamada en su casa! Nunca he ido y estoy emocionada. Me voy a poner la pijama más bonita que tenga. Estamos en su cuarto. Tiene muchos peluches y me enseñó toda su colección de suéteres. Tiene una cortina para los mosquitos encima de su cama. Nos sentamos debajo y me dice que está lista para enseñarme su mayor secreto de hada, pero que no le diga nada a nadie. Hacemos pinky promise y me enseña su cajita de los deseos, dice que si pido uno se va a cumplir. Seguimos despiertas y ya es muy noche, su mamá nos toca la puerta y dice que, aunque mañana no hay escuela, debemos dormir temprano. Nos metemos a su cama y hablamos quedito. Estamos debajo de las cobijas aguantándonos la risa. El año que viene entraremos a sexto y le pregunto que si le da miedo la secundaria. Me dice que sus primos más grandes le han dicho que los niños se ponen más locos en secundaria, que pueden ser más groseros. Le pregunto si le gusta alguien y se pone roja, me dice que sí, pero que no me va a decir quién porque es secreto. Me dan muchas cosquillas el estómago. Le insisto mucho rato y me molesto poquito porque se supone que somos mejores amigas. Ahora hablamos de otras cosas y nos empieza a dar sueño, nos contagiamos el bostezo. Me mira un rato y me pregunta si a mí ya me salió el pecho. Le digo que solo tengo unos piquitos que me dan pena y que ya uso corpiño. Me dice que a ella también. Nos da mucha risa, como que las dos pensamos lo mismo. Le digo que si quiere verlos y me dice que sí, y me subo la blusa de mi pijama y mira mis piquitos, me dice que son bonitos. Ella se sube la blusa. Sus pechos están un poco más grandes que los míos. Me volví a subir la blusa y nos acercamos y chocamos los pechos, nos da mucha risa, siento raro. Acerca su mano a mis piquitos y siento comezón abajo; después yo acerco mi mano a los suyos y se aguanta la risa. Nos dormimos abrazadas. Su mamá nos hizo hot cakes de desayunar. Estoy muy contenta. Ella no me preguntó, pero la verdad es que no sé si se puede, pero es que me gusta ella y me da pena decirle. El otro día vino a jugar y estábamos más tímidas, creo. Le dije que tenía algo que decirle y le confesé que me gusta. Ella se puso roja. Dice que su mamá le ha dicho que lo normal es que sea hombre-mujer, no mujer-mujer. Le dije que ya sabía, pero que me gusta ella. Y se fue antes que de costumbre de mi casa. Me quedé muy triste y me arrepentí de decirle. Mi mamá me ha preguntado que por qué ya no viene Arantxa y le digo que nos peleamos por una tontería y me dijo que qué mal, que las amigas no deben pelearse. Hoy llegó una cartita de ella, dentro del sobre hay brillitos y supuse que la escribió con el cabello suelto. Dice que me quiere mucho y que seamos amigas siempre; quiere que juguemos como antes y que me va a confesar su secreto. Hoy vino a la casa. Me dice que vio una película con su mamá en la que, al final, una mujer se le declara a un hombre y que no sabía que eso se podía y que, si eso se podía, entonces yo le podía gustar. Me pregunta si todavía me gusta y le digo que sí. Sonreímos y le digo que si entonces ya somos novias, dice ella sí quiere. Me dio mucha pena, sentí chistoso abajo otra vez. Nos vimos un ratito más, me agarró la mano, me dijo que de todos modos siempre vamos a ser amigas. Y así fue. Bueno, apenas vamos en sexto de primaria y no es oficial que somos novias, porque no le hemos dicho a nadie, pero, pues, sí somos.

 

Por Andrea Ortiz Morales

(Guanajuato, Gto., 1996)

Egresada de la licenciatura en Restauración por la ENCRyM y estudiante de la licenciatura de Lengua y Literaturas Hispánicas SUA en la UNAM. Forma parte del comité editorial de la revista Página Salmón desde el 2018. Escribe cuentos y ensayos creativos. La han publicado en las revistas Página Salmón, Penumbria, Plástico, Especulativas MX y en el blog Pensar lo doméstico. Uno de sus cuentos aparece en Nosotras. Antología de ciencia ficción feminista (2021) editado por Especulativas MX y uno de sus ensayos en Hilar la herida. Antología literaria (2022) editado por Esther M. García.

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