Atravesar la puerta
habría sido
mi mejor forma
de decirle
que todo había terminado.
Pero alguna fuerza extraña
me jalaba,
como si las lágrimas
ejercieran un extraño ambiente
de humo, olor a seco
y semen.
Todo había sido en vano.
Los rayos solares
se plegaban
en un desgarrador susurro.
La casa se tornaba
en una tumba hueca,
donde tu ropa,
tus versos
y tú acento de ninguna parte
se materializaban
en algo más allá
de mi comprensión.
No era amor,
ni dependencia,
ni deseo.
Era una singular carta
al amanecer
del día siguiente
que moriría asesinado,
y lo hemos matado nosotros,
con nuestros cigarrillos
y cafés a medio terminar,
nuestras camas desatendidas,
nuestros orgasmos a medias.
Un llanto
que anunciaba
que reinaría durante mil años,
mientras que nuestros huesos:
remedo de materia,
colapsaban sobre sí mismos,
manteniendo la misma escena patética:
yo parado en el marco de la puerta,
tú haciendo tus maletas,
perdiéndote en la línea horizonte
que te absorbe en un chasquido.
Y ahí me acordé
de lo que me dijiste
cuando nos tocamos el alma
por primera vez.
Era una broma.
Pero ninguno de los dos se rió entonces
y ahora
sonaba a una melodía de funeral
de domingo,
sin música
y sin cuerpo presente.
Por Timo Victoria
(Toluca, México, 1999)
Amante de la lectura desde niño, comenzó a escribir poesía y cuentos a sus 14 años. En el año 2021 creó el podcast de divulgación cultural “Psicofonías Universales”. El mismo año se publicó su primer poemario en la editorial mexicana independiente PSICOFONIAS: “Bestiario (de amores metafísicos y meditaciones profanas), una obra que los críticos han denominado poesía de síndrome urbano y cargada de una nostalgia única. Ha publicado en revistas literarias académicas e independientes de la escena latinoamericana como: Iguales Revista, Mitote, Escafandra, Teresa Magazine, Patíbulo, etc.
Comments