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Ángel para un final

Actualizado: 28 feb

“Cuentan que cuando un silencio aparecía entre dos, era que pasaba un ángel que les robaba la voz”

En una tarde de otoño, de esas en las que el ocaso se ve más resplandeciente y el cielo se vuelve color rojo, un joven caminaba por el parque mientras la brisa otoñal hacía que las hojas secas esparcidas por el piso se movieran de lugar. La joven lucía serena, su rostro no mostraba preocupación alguna pero en el fondo podía expresar que algo la abrumaba y mientras el aire movía sus cabellos la joven caminaba como en búsqueda de algo o alguien.

Al llegar a una banca cercana a un árbol la expresión serena de su rostro cambió a una expresión de melancolía al divisar una silueta familiar ante su mirada. Un chico joven de ojos oscuros, estatura alta y expresión seria la quedaba observando de pies a cabeza, la joven intentando evadir su mirada se acercó a él y le extendió la mano a forma de saludo, el joven formó una curva en sus labios como intentando formar una sonrisa aunque por la expresión de la chica parecía tal gesto. Ambos caminaron hacia el mismo rumbo después de saludarse y las palabras comenzaron a fluir de una manera normal como cuando dos personas conocidas se encuentran y se ponen al corriente de lo que les ha pasado, no eran desconocidos pero al principio la tensión hacia que ambos parecieran enojados entre sí, hasta que la plática se dejó fluir e incluso el ambiente serio se convirtió en uno alegre con sonrisas de ambas partes. Yo los estaba observando sin que ellos se dieran cuenta, los analizaba a cada distancia a una distancia cercana pero lejana a la vez, desde que vi a la chica supe que tenía oportunidad de hacer mi trabajo a través de esta situación.

La noche estaba próxima a caer y mientras los jóvenes caminaban los iba siguiendo, el aire incrementaba debido a que el clima de otoño en especial de ese día era fresco, las ganas de pararme entre los dos (mi forma silenciosa de hacer notar mi presencia) me estaban consumiendo pero decidí esperar un rato más para poder observarlos más detalladamente y encontrar el momento perfecto para realizar mi trabajo.

Parecía que las dos personas en quienes estaba centrando mi atención estaban teniendo una buena charla, tomaron asiento en una banca casi al final del parque, el tomo una hoja seca y la colocó en la mano de la chica mientras le decía “Presta atención en la hoja, algún día fue parte de un árbol verde, en algún punto estuvo llena de vida y hoy estuvo en el suelo paseándose con su apariencia seca mas no deja de ser bonita, aunque no esté tan fresca se ve incluso más bonita”. La chica sonrió y en ese instante mi necesidad de hacer presencia entre los dos incrementó ya que la sonrisa de la joven era mi oportunidad perfecta, decidí esperar un poco más para seguir observando, la chica ligeramente mientras el joven se distrajo guardo la hoja en el bolsillo de su abrigo, mi emoción aumentó al saber que realmente tenía oportunidad con ellos, no era que buscara apresurarme pero algo me decía que esos dos jóvenes eran mi propósito, de eso no tenía duda.

La luna comenzaba a hacer presencia en el cielo, de esas lunas bonitas que solo octubre trae consigo, había encontrado el momento perfecto para cumplir mi misión, mientras los dos jóvenes se levantaban lentamente de la banca donde se encontraban sentados me acerque silencioso y cuando la distancia entre ambos me pareció la indicada me coloque entre los dos esfumando las palabras que había entre ellos, ellos no sabían, no entendían cuál era la razón de aquel momento de silencio que estaba ocurriendo, de aquel instante que se había llevado sus palabras, cuando no les quedaba más que cruzar miradas y esbozar una sonrisa al no poder decir palabra alguna. Les robé su voz por un largo instante y mi trabajo estuvo hecho, estaba seguro de haber cumplido mi misión.

Me aleje hacia el lugar de donde los estaba observando en un principio y me sentí satisfecho de aquel pequeño instante en el que les robe la voz, ambos sonreían y al despedirse me pareció que realmente había hecho un buen trabajo, yo el ángel del amor había encontrado el momento perfecto para sembrar mi semilla entre aquellos dos jóvenes que en una tarde de otoño comenzarían a escribir su propia historia de amor. Dicen que los ángeles sólo tenemos oportunidad de vivir una vez hasta cumplir nuestro propósito, era mi final pero el inicio de una nueva historia de amor, mi final valía la pena.

 

Por Ruth Treviño

Mi nombre es Rut Ailis Treviño Del Angel, de nombre artístico Ruty Trevan, tengo 19 años, nací y vivo en Matamoros Tamaulipas, México. Soy estudiante de psicología con un gran amor por las letras y el arte de la escritura, me encanta compartir lo que escribo y mi sueño es que muchas personas lean mis creaciones.

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