Todos los niños crecimos admirando a un héroe, por ejemplo, algunos de mis amigos adoraban Batman, otros más a Goku, en cuanto a mí, yo nunca dejé de idolatrar “Jason” el Power Ranger Rojo.
Pues en él, veía lo que todo lo que yo quería ser, valiente, fuerte y un líder nato capaz de proteger a todos los demás.
Conforme pasaron los años, mis amigos del barrio dejaron atrás a los héroes de infancia y se concentraron en cosas dignas de todos los adolescentes, probar el alcohol por primera vez, hacerse la pinta y torpes intentos de salir con chicas.
Por otro lado, yo nunca dejé soñar con ser como mi ídolo y por años me dediqué a entrenar mi cuerpo tratando de cumplir con mi objetivo, estudié criminalística y practiqué todos los tipos de artes marciales que pude aprender en mi ciudad.
Cuando creí que ya estaba listo, tomé la decisión de probarme a mí mismo e imbuido en un traje de spandex rojo y una máscara que asemejaba el casco de mi héroe, comencé mi carrera como justiciero.
Los primeros asaltos que frustré no estuvieron mal, todo salió a pedir de boca y confiando por ello, de a poco fui inmiscuyéndome en asuntos policiales cada vez más serios.
Algunas extorsiones, un pequeño secuestro, pero no fue hasta que me percaté de las similitudes en los homicidios de dos personas, que descubrí la presencia de un asesino serial en mi ciudad.
Pronto los policías también se dieron cuenta de ello y cada uno por su lado comenzó a buscar al responsable, pero nada y como si de un desafío se tratase, el homicida no paró de cometer sus viles actos durante tres largas semanas.
Sumidos en el miedo la gente dejó de salir, sin desearlo les había fallado, fue así que hastiado e impotente tomé la decisión de quitarme mi traje, pues si no pude atrapar al asesino como un vigilante, lo haría como una víctima.
Mi plan funcionó con éxito, tanto que cuando lo encontré me tomó por sorpresa y de un golpe furtivo me dejó inconsciente.
Acabo de despertar con la cabeza dándome vueltas y el cuerpo prisionero de unas gruesas cuerdas que me sujetan a una silla, no sé dónde estoy ni cuánto tiempo ha pasado, solo sé que reconozco muy bien la máscara de hockey y el machete a juego que utiliza el hombre frente a mí.
Supongo que no todos los niños soñábamos con ser superhéroes.
Por Ronnie Camacho Barrón
(Matamoros, Tamaulipas, México, 1994) Escritor, Lic. en comercio internacional y Aduanas, y Técnico analista programador bilingüe.
Autor de 2 Novelas "Las Crónicas del Quinto Sol 1: El Campeón De Xólotl" (Amazon 2019) y "Carlos Navarro y El Aprendiz Del Diablo" (Editorial Pathbooks 2020-2022), también 10 libros infantiles "Friky Katy", "¿Tus papás son vampiros?", "El pequeño Rey", "Los Guardianes del bosque", "Erika otra vez", "José lo vio todo", "Una Amiga de las Estrellas", "Las Rivales", "Los Campeones" y "Los Trillizos mágicos", todos con la editorial Pathbooks y traducidos en 6 idiomas, su más reciente obra una antología de cuentos de terror, fantasía, y ciencia ficción titulada "Entre Nosotros" (Amazon 2021).
Colaboró en 15 antologías y ha publicado textos en más de 142 revistas y blogs nacionales e internacionales.
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