
Supongo que la mejor manera de comenzar cualquier entrevista a cualquier escritora es pedirle que nos hable de aquellos libros que más la han influido, afirmaba Althusser que “Puesto que no hay lecturas inocentes, empecemos por confesar de qué lecturas somos culpables”, díganos Dafne ¿de qué lecturas es culpable?
De muchas, pero soy particularmente culpable de Ruben Fonseca, Roberto Bolaño, Samanta Scheblin, Mónica Ojeda y Benjamín Labatut. Eso en cuanto a narrativa, no hay que olvidar que empecé mi carrera como narradora. A la poesía llegué un poco más tarde de lo normal y en gran medida gracias a la influencia de dos grandes amigxs. Por un lado, Alexa Palacios, que es mi mejor amiga y quien, además, me indujo al vicio del marxismo y por el otro Horacio Warpola que falleció el año pasado. Siempre me ha gustado decir que la razón por la cual Dios Padre no ha borrado del mapa a la ciudad de Lima, enclave conservador como pocos en este continente, es binaria y sus nombres son Blanca Varela y César Vallejo, pero no nos podemos agotar en ellos dos, Perú es un país lleno de poetas brillantes, algunos de ellos jovencícimos como Roberto Valdivia. De ahí podemos bajar un poco siguiendo la ruta andina y encontrar al bellísimo Huidobro. Nicanor Parra, Raúl Zurita y Pedro Lemebel, que más bien era cronista, pero tenía mucho de poeta. Luego cruzamos Los Andes para una cita con Nestor Perlongher, Pizarnik, por supuesto y Alfonsina Storni. Me gusta decir también que dejé de ser bolañito para convertirme en pizarnikita. De Brasil me gusta mucho la poesía concreta, influencia evidente de Warpola y del resto de Latinoamérica rescataría también a Ernesto Cardenal, de quien me gusta la vena religiosa que imprime en sus poemas (aunque marxista, siento una inevitable atracción por lo místico), a Gerardo Deniz, quien me enseñó cómo jugar con las palabras, despojar a la poesía de su solemnidad y a Román Luján, quien además es también un gran amigo. Ahora, en este momento, debo confesar que mis lecturas poéticas más recientes están cruzando el atlántico. He leído con mucho interés en estos días a Leopoldo María Panero, honestamente no lo tenía en órbita, no suelo sentir tal interés hacia lo que literariamente viene desde España (Con Cataluña y Euskal Herría, es otra cosa), pero qué brutalidad la de ese tipo loco. Yo creo que se ha vuelto de mis poetas favoritos y lo peor es que llegué por accidente. Estaba organizando los documentos de Warpola y encontré la Matemática Demente de Carroll, prologada por Panero. Desde entonces no lo suelto al tipo, sus poemas gnósticos donde le canta al demiurgo están en otro nivel. Lo mismo puedo decir de la italiana Alda Merini, quien siempre dejó un huequito para la mística dentro de su poesía.
¿Y cómo es que todas estas lecturas la llevaron a escribir?
No sé si fueron esas lecturas en sí, o simplemente las ganas de contar algo, de volver a ese estado de ensoñación tan infantil que, para mí, es lo más puro que existe. Escribir es como volver a jugar, por eso lo hago.
¿Cuál es su proceso creativo?
Normalmente escribo de noche, soy una mariposa nocturna. Me gusta la noche porque a esa hora todo lo demás está quieto y una tiene oportunidad de contactar con esas fuerzas que rigen en el plano del delirio. Considero que lo más valioso que posee cualquier artista es la imaginación y no hay nada como la noche para despertarla. Mi rutina normalmente inicia hacia el atardecer, me gusta salir a caminar, tomar el aire y darles vuelta a mis ideas. Luego regreso a mi casa, doy de cenar a los gatos, me preparo algo ligero y ocurren dos cosas: o empiezo a escribir como enajenada o me pierdo por horas en internet, lo cual no considero del todo una pérdida de tiempo. Google maps es una de mis distracciones favoritas y navegando por ahí, en ciudades que no conozco físicamente, de pronto me vienen otros chispazos. Hay veces en que las ideas llegan mientras camino, sin tener dónde anotarlas. Lo que hago entonces es mandarme el verso en voz alta a mí misma y transcribirlo por la noche. Los días así suelen ser los más productivos y puedo afirmar que casi todos mis poemas vieron la luz en voz alta antes de pasar al papel. Doy gran prioridad a la forma en que suenan los versos sobre lo que dicen. La poesía, pienso yo, debe dirigirse a todo el cuerpo y no solo al cerebro. No le tengo cariño a Descartes y no me gusta ese dualismo que se empeña en emancipar a la mente de la materia como si no fueran ambas expresiones del mismo juego divino.
En sus versos hay un destacado estilo que nos lleva a versos cortos y directos ¿es una influencia del futurismo o una rebelión contra el neobarroco?
Ni una cosa ni la otra, el neobarroco, de hecho, lo disfruto bastante, pero como en narrativa, mis preferencias en poesía siempre decantan hacia lo concreto y corpóreo. Me gusta que la poesía se sienta y que haga eso que decía Kafka o que dicen que decía Kafka sobre el hacha cortando hielo. En todo caso, diría que es más influencia de la poesía japonesa, del koan, del budismo zen. También de los rezos católicos, las letanías del rosario, los conjuros. Versos que sean como un rayo, rápidos y contundentes, pero que después se nieguen a ir más allá de sí mismos, construir trampas más complejas. Aquí acuso quizá cierta influencia de otro gran poeta mexicano contemporáneo que vive en la misa ciudad que yo y a quien aprecio mucho como artista, Ismael Velásquez Juárez, quien ha sido obrero toda su vida, aparece poco un público, pero siempre que publica es acogido con gran respeto, por sus poemas que a mí me gusta decir que son como balas.
Escribe usted desde la posición de la lucha de clases ¿Se concibe a usted misma como proletaria que escribe poesía o como poeta proletaria?
Proletaria que escribe poesía. No me gusta imprimir ninguna intención explícita a lo que hago porque luego lo siento falso, aunque a veces la ideología es transparente e inevitable, como ocurre en un proyecto nuevo que estoy trabajando ahora.
En su obra también habla de su autismo y su disforia ¿Cómo es ser escritora trans y autista?
Tan jodido como ser mecanógrafa trans y autista, reportera trans y autista o soldadora trans y autista en un sistema que pide productividad ilimitada sin dar tiempo al cuerpo para descansar. Lo trans y lo autista hacen mierda mi vida de muchas maneras, pero lo que más la hace mierda es el capital, que ha organizado el mundo de tal forma que sea endemoniadamente difícil ser ambas cosas, a pesar de la supuesta visibilidad que tanto se cacareó durante la época de progresismo neoliberal en la, para bien o para mal, ya no estamos viviendo.
En Shibari haces una muy amplia referencia a la cultura popular, desde Sonic el erizo a los diversos villanos de Batman, personalmente considero que el fanfiction es nuestra venganza contra una industria cultural que ha privatizado los mitos contemporáneos, y si bien la tradición en prosa para el fanfic es poderosa esta existe mayormente en tercera persona y más recientemente en el autoinserto y el isekai, pero no en dialogo, no al menos como tú lo haces
¿Cómo es que decidiste escribir poesía con esa temática?
Me gusta mucho como hablas sobre la privatización de los mitos. En efecto, si algún daño nos ha hecho el concepto de propiedad intelectual es precisamente este, los frutos de nuestra imaginación sometidos al capital y sus caprichos. Por eso estoy de acuerdo cuando dices que el fanfiction es casi que un signo de nuestra época. A veces pienso que la literatura ganaría mucho si las obras dejaran de firmarse, si el arte fuera anónimo para que su verdadera autoría fuese colectiva. Si lo desprivatizáramos, imagínate… A Sonic lo metí porque fue el primer videojuego que jugué en mi vida. Soy trans, eso significa que aun cuando tuve una infancia “masculina”, nunca me identifiqué realmente con ese rol. Las infancias, a esa edad, se dan cuenta y todo lo raro lo resuelven con violencia. Así ya te imaginarás todo el bullying que me tocó, sumando además que siempre fui muy obviamente autista. Ñoña, medio pendeja y mariquita, así me percibían y así me trataban, entonces me refugiaba en sonic. Hay un chiste en el fandom de Sonic que dice que somos casi pura banda autista, también es desproporcionada la cantidad de morras trans que crecieron jugando esos juegos. Es tan común el lugar que hasta da un poco de cosa ¿Nos habrá lavado el cerebro sonic? Jajaja. No sé, pero el hecho es que crecí jugándolo y le tengo infinito cariño por eso. Lo de Batman es más un juego personal. A veces me gusta decir que Querétaro es un poco Gotham City, sobre todo el Querétaro real, donde vive la mayoría de la gente, donde crecí, no el centrito hecho para turistas ni los barrios de lujo como El Campanario, hablo del Querétaro Obrero, el mayoritario. Ciudad Gótica es así, una metrópoli “blue collar del noreste”, la mezcla de Nueva York y Chicago, una ciudad Obrera castigada por su propia burguesía. Y yo quise meter eso en mi poema.
Háblanos sobre tu proceso de escritura del poemario ¿pensaste desde un principio en hacer de el un collage entre fotografía y verso o es algo que sucedió sobre la marcha?
Sí era una idea que ya venía arrastrando desde el principio. Quería jugar con la imagen, porque como dije antes, para mí la poesía siempre tiene que ser orgánica y eso significa, atravesar a la lectora o al lector de todas las formas posibles, entonces sí, sí había una intención de trabajar texto e imagen.
Ya por último ¿Qué tienes que decirle a cualquiera de tus futuros lectores?
Nada, solo que lean, lean, lean todo lo que puedan y que también busquen siempre la poesía en todas partes, que no dejen de jugar, que no le teman al goce.

Por Aníbal Malaparte
(Xalapa, Veracruz, 1992)
Es un poeta adepto a la contracultura, practicante de artes marciales e historiador egresado de la Universidad Veracruzana, titulado con la tesis Banderas de fuego, pechos de luz. Voluntarios mexicanos antifascistas en la Guerra Civil Española.
Colaborador o fundador de diversas tertulias literarias tales como Adictxs a la Poesía, Vérsame Mucho, Conspiración Poética, entre otras. Ha participado también en diversos encuentros literarios nacionales e internacionales como el Encuentro Babel, Festival Internacional de Poesía Palabra en el Mundo, la Fiesta Itinerante del Libro Alternativo y el Festival Internacional Arte Ahora. Poemas suyos han sido publicados en diversos medios electrónicos.
Es autor de los siguientes poemarios Escribe poesía, construye bombas caseras (2019), Conversaciones de odio (2020), Delirios nihilistas (2020), La asamblea de los fantasmas (2023) y Lo que aprendimos de Ayotzinapa (2024). Adepto a las causas perdidas desde 2008, siendo un adolescente tiene la manía de desafiar al destino es siendo militante de diversas organizaciones antifascistas, zapatistas y marxistas-leninistas.
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