Gambito de Dama.- Water Tevis. Editorial Penguin Random House grupo editorial. 2021. 311 páginas.
Walter Tevis fue un novelista y escritor de relatos breves- que vivió entre 1928-1984- profesor de literatura inglesa, egresado de la Universidad de Kentucky, fue profesor de diversas disciplinas en escuelas secundarias, en la Universidad del Norte de Kentucky, y en la Universidad de Ohio. Todos trabajados que abandonaría más tarde para dedicarse en un 100% a la escritura.
Sus primeros escritos son relatos breves publicados en periódicos y revistas como Esquire, Cosmopolitan y The Saturday Evening Post.
Entre sus novelas se encuentran: “El hombre que cayó en la Tierra” 1963, “El color del dinero” 1984, “El buscavidas” 1959, “Mockingbird” 1980, “The Steps of the Sun” 1983, “Gambito de dama” 1983. Libro que según entrevistas posteriores escribió por dos razones, primero, para reivindicar la inteligencia de la mujer, tratando de deshacerse de ese constructo social y político que se proyectaba desde la estructura patriarcal, y segundo, por ser él un jugador de ajedrez y querer retratar su amor por el juego.
Tiene una colección de sus relatos breves de 1981: “Far from Home”. Cuatro de sus siete novelas tienen adaptaciones cinematográficas o televisivas. The Hustler, El buscavidas, y El color del dinero, inspiraron las aventuras de un personaje ficticio “Fast Eddie” Felson, de 1984. El hombre que vino de las estrellas fue llevada al cine en 1976, interpretada por David Bowie.
Tevis por diversas circunstancias de la vida fue internado en una clínica de california durante un año, a sus 10 años de vida, tras ser diagnosticado con una afección cardíaca. En este tiempo sus padres se mudaron a Kentucky, por lo que al ser dado de alta debió recorrer a sus once años 3.300.- kilómetros de viaje en tren completamente solo. Esta experiencia de soledad marcaría al autor, lo que se transmite en Beth, la protagonista de Gambito de dama: “sentimientos que no he negado del todo dentro de mí”, “he tratado de ocultar con el alcohol durante una gran cantidad de años, pero tienen que ver con haberme mudado de lo que pensaba que era la Ciudad de la luz, San Francisco, cuando tenía once años…” a Lexington, Kentucky, siendo golpeado muy a menudo en su escuela, “Apalaches”.
Las huellas de una infancia dura pueden atormentar de por vida; y también en las manos de un escritor ser vida a través de una obra sin precedentes.
Reseña literaria y reflexión sobre el feminismo.
Gambito de Dama es una novela de suspenso, de 1983, que nos habla de feminismo, la soledad, el vacío, las adicciones y en un lugar especial del Ajedrez.
La obra tiene una apertura mágica bajo la armonía de la poesía de William Butler Yeats: “The Long- Legged Fly”, la melodía perfecta sobre las mujeres y el movimiento de su mente en silencio.
Una excelente apertura para la sinfonía de esta obra, que nos cuenta la vida de Beth Harmon, que nos habla implícitamente de su soledad, explícitamente de su pasión, de su excelencia, de sus adicciones, de sus obsesiones y su dedicación.
Beth Harmon, pierde a su padre y su madre muy pronto, siendo un infante, de un día para otro su vida cambia, pasa de ser la hija de alguien a ser una huérfana, durmiendo en habitaciones llenas de otras chicas en su misma situación. A temprana edad entendió que no era “Bella” según los estándares sociales, y que solo las chicas bellas eran adoptadas. Estaba destinada a ser un patito feo.
Nunca racionalizó su soledad, ella solo sabía que su estómago era una molestia, una molestia que desaparecía cuando tomaba varias de esas pastillas azules que le daban en el orfanato. Aunque ello implicaba dejar de buscar el porqué de su dolor, de su soledad. Era tanta su desesperación que se hizo una adicta sin saberlo, cuando tenía apenas 8 años.
Al pasar algunos años descubriría que igual calma le entregaría el alcohol. Cuando su madre adoptiva le ofreció una cerveza, volvió a sentir lo mismo: “Sin embargo, incluso mientras lloraba, sabía que había hecho un descubrimiento tan importante como el que había hecho cuando tenía ocho años y guardó las píldoras verdes y se las tomó todas de una vez. Con las píldoras había una larga espera antes de que el efecto le llegara al estómago y aliviara la tensión. La cerveza le producía la misma sensación casi sin tener que esperar.”
La portada del libro muestra a una chica, un tablero de ajedrez, un frasco de píldoras, unas botellas de alcohol y es la perfecta ilustración de sus adicciones, de su soledad, y de su pasión.
La novela está cargada de una serie de hechos crudos de la realidad, de la realidad de ser una niña y estar sola, completamente sola, una soledad que Beth carga el resto de su vida, con el recuerdo de la pérdida de sus padres, de su única amiga, de una constante e incipiente realidad, que se contrasta con su éxito en el ajedrez, con su gran dedicación, con sus habilidades y su pasión.
¿Es este un libro sobre feminismo?, la respuesta es un rotundo sí. No usa la palabra feminismo, pero está cargado de su contenido, sin duda de una búsqueda incipiente de igualdad, de no ser vista por categorías, sino ser vista por quien es. Ello se ilustra a la perfección en una de las entrevistas que le hacen a Beth, una entrevista que se considera en los términos de la madre adoptiva de Beth, éxitos, pero no en los términos de la ajedrecista: creo que la siguiente cita demuestra este punto a la perfección:
“-¨Para algunas personas el ajedrez es un pasatiempo, mientras que para otras es una compulsión, incluso una adicción. Y de vez en cuando surge una persona para quien es un derecho de nacimiento. De vez en cuando aparece un niño pequeño y nos sorprende con su precocidad en lo que puede que sea el juego más difícil del mundo. ¿Pero y si el niño fuera una niña, una niña pequeña y seria de ojos marrones, pelo castaño y vestido azul obscuro?
Nunca ha sucedido antes, pero ha sucedido hace poco. En Lexington, Kentucky, y en Cincinnati. En Charleston, Atlanta, Miami, y últimamente en Nueva York. En el mundo dominado por los varones de los principales trofeos de ajedrez de la nación aparece una niña de catorce años de ojos brillantes e intensos que cursa octavo en Fairfield Junior en Lexington, Kentucky. Es callada y educada. Y va a por todas… ¨
…- Habla del orfanato- Beth había comprado un ejemplar- Y reproduce una de mis partidas. Pero sobre todo habla de que soy una chica.
-Bueno, lo eres.
-No debería ser tan importante. No han reproducido la mitad de las cosas que dije. No hablan de señor Shaibel. No dicen nada de cómo juego a la siciliana.
-Pero, Beth, ¡esto te convierte en famosa!
Beth la miró pensativa.
-Por ser una chica, sobre todo.- dijo.”
Beth no sabía cómo expresar con mejores argumentos lo que quería decir, pero es claro que sin usar conceptos específicos y propios para el tema, ella logra entender que no era tratada de la misma forma que otros jugadores de ajedrez por ser mujer. Por la categoría que se le asignaba, una categoría que va más allá de su sexo o de su género, eso es, un concepto heteronormativo proyectado desde la masculinidad, el cual está asociada a la maternidad, cuidado, no al trabajo fuera del hogar. Y en este libro, se pone el acento en que este concepto heternormativo es esta idea proyectada sobre que ser mujer está asociado a poca inteligencia, y por ende como persona poco propensa a ocupar puestos laborales de liderazgo o dónde destaque por sus habilidades, idoneidad e inteligencia.
Por ello en esta entrevista de Beth, se ensalza el hecho de que sea mujer, ya que por tener tal categoría se le asocia a un individuo participe de un colectivo carente de las habilidades necesarias para destacar en área en la que solo los hombres, se considera, que tienen las aptitudes para destacar.
Lo que se quiere decir con esta entrevista en términos simples es que a ella no se le destaca por ser inteligente o tener una habilidad, concentración y responsabilidad en el ajedrez. Sino que por “a pesar de ser mujer” es inteligente. Dejando en evidencia el concepto heternormativo que se proyecta en la mujer. Un concepto que ya advertía Simone de Beauvoir como una construcción social y política, que se adquiere, y que tal aprendizaje otorga un lugar o rol subordinado dentro de la sociedad. Según su libro “El segundo sexo” de 1949.
Una idea que la madre adoptiva de Beth pasa por alto, porque ella se encuentra inmersa en el pensamiento de esta estructura patriarcal.
Por su parte, Beth es un personaje que quiere ser visto a sí mismo por quién es, y por sus logros como ajedrecista. De la misma forma que se haría si ella fuera un hombre. Ella quiere ser partícipe de una sociedad en el que se vean personas, y como tal todas investidas de la misma dignidad y derechos. Una sociedad de personas, no de categorías o conceptos proyectados para predefinir y generalizar con carteles a los individuos.
A lo largo del libro se retratan una serie de situaciones en las que se evidencia esta “sociedad de hombres” en el que ser mujer es un castigo. Creando a la vez un binomio, que no reconoce a toda la sociedad. Y por otra parte reafirmando esta idea de las categorías.
Ello deja en evidencia que el sistema patriarcal, no solo crea un binomio, ajeno a la realidad social, sino que además es quien crea esta idea de categorías, o conceptos frutos de una construcción política y social, que buscan ubicar a cada individuo en un rol subordinado de la sociedad.
La pregunta actual, post 8 de marzo 2021, es si el feminismo y transfeminismo tienen la capacidad de transformación que prometen, la de subvertir el sistema patriarcal. Ambos por definición escapan del binomio proyectado desde la “masculinidad”, desde la estructura patriarcal. Pero por otra parte siguen siendo partícipes de estas categorías o conceptos políticos y sociales, que proyectan y ordenan a los individuos en un punto o lugar de subordinación que deben cumplir dentro de la sociedad. Ello queda en evidencia con el enfrentamiento que hubo el 8 de marzo de 2021. Su furiosa disputa se propicia por estas categorías o conceptos, que nos evitan ver a las personas como personas, como iguales.
Las categorías nos quitan humanidad, nos quitan dignidad, de la misma forma que nos hace arrebatarle esa dignidad a los que no son participes de la categoría en la que me proyecto. Por ello considero que es momento de volver a la raíz del feminismo, la sustancia, esto es, perseguir la igualdad entre todas las personas. Reconocernos a nosotros mismos como sujetos de derechos e investidos de dignidad. Eso me parece sería una avalancha que destruiría los constructos sociales y políticos que oprimen. Lo ahogaría y nos quitaría esa niebla que nos invade y que no nos deja ver. Es la misma niebla que invadía a Augusto Pérez en la novela “Niebla” de Miguel de Unamuno.
Por Carla Araneda Condeza
Escritora, egresada de la facultad de Derecho, Universidad de Chile. Diplomada en redacción y escritura. Bookstagramer: @caranedacondeza
Revistas: Relato breve "Los amos del caos" revista mal de ojo. México, 2020; “Declaración de la mujer” revista Quinze, Chile : La niña bonita n°4, 2021; “El saco” revista Destiempo. 2021, Chile ; “Reseña literaria Orgullo y prejuicio”, Jane Austen. Revista Sudras y Parias n°4, 2021, Chile ; “El péndulo” revista Destiempo, 2021; “El Necronomicón”, H.P. Lovecraft, revista temporales, edición diciembre: Magia. New york; "El péndulo" 2021, revista Literaria Destiempo, Chile; "Isabel" cuento premiado en concurso de cuentos 2021 de editorial La casa del árbol, Chile; Siempre te recuerdo, Premiada con el tercer lugar en el concurso Cañete escribe, Chile 2021.
Libros: "Código de los lamentos" 2020; "Pericles" 2021; "El violador" 2021; “Pericles y los sueños de Polo”, 2021.
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