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Hablemos del amor

Después de tanta vida y algunas experiencias, porque nunca son suficientes en la existencia de un hombre, es que pude acceder a una definición del AMOR:

Es un sentimiento tan intenso como efímero, puede durar: segundos, minutos, horas, meses tal vez unos años…

El amor es una fascinación sobre otro ser, en general otro ser humano, generando la atracción física y mental de uno hacia el otro.

En los mamíferos todo va “programado para la reproducción”, una vez terminada la copulación, todo desaparece…

En el caso del hombre, dicho como especie:

 Esa emoción intensa, por ser un individuo pensante, cuya racionalidad se inmiscuye en las acciones del instinto, mientras esa tendencia venza a la parte pensante del cerebro, ese ser estará llevado en la unión con el otro cuerpo, no tendrá límites corporales, es decir no tendrá rechazos físicos (olores, fluidos, aprehensión por diversas partes de ese otro cuerpo) por el contrario disfrutará de esas licencias impensadas en momentos “normales”.

Pero mientras que en el resto de los mamíferos todo se termina cuando el acto fue cumplido, en el ser humano por obra y gracia de su pretendida intelectualidad deberá adoptar según su sexo, diversos comportamientos sociales, como le “ordena “la sociedad”.  En distintas especies de animales se fundamenta por la crianza de los pichones y asegurar la próxima generación, como se ve claramente en las aves.

En el ser humano todo será más complicado, por la disímil naturaleza que rigen los comportamientos de cada uno de los sexos, se dirá por:

¿Distintos criterios en la educación? ¿Distintas estructuras cerebrales? ¿Por la mayor vulnerabilidad de uno y otro? ¿Por las diferencias sociales o culturales?

Cada uno le corresponderá una hipótesis diferente, pero cuando un hombre conoce a una mujer, luego de todas las acciones de insinuación y muestras de interés que ella emitió para sensibilizar la percepción de ese hombre, emisiones de actitud hacia él, y hasta químicas como las feromonas o las psíquicas como un encastre de la personalidad que el “cree ver” en esa mujer, coincidencias físicas, mentales y hasta de comportamientos, que le sugiere que las emparenta con su madre ¿Diría Freud?

Su mente pone en funcionamiento un “mecanismo de acercamiento copulativo”, inhibiendo sus pautas educativas, que muy posiblemente cercenaron su personalidad.  La frase típica que lo representa es: “la madre lo ha castrado…”

Pero en ciertas circunstancias dando impensadamente muestras de tipo arrojado a la situación, motorizado tal vez por una instantánea producción de adrenalina y en el momento del acercamiento: el tacto, el olfato y hasta el gusto, sellan la convicción que “esa” …es la mujer buscada.

En ese instante se produce la necesidad extrema de sentir a esa mujer en su cuerpo, la mente en ese punto inhibe los sentidos que podrían dar rechazo y puede en un extremo de pasión por ese cuerpo hasta podría lamer una planta de su pie o de una axila…que en situaciones y no a cualquier humano se lo haría, en esa necesidad de comunión física.

Él es todo pasión, ella -sospecho- también es pasión…pero calculando cual es será el tipo de relación que se estaría desarrollando y cuáles serían las posibilidades de una relación estable y duradera.

Siempre fue válido el preguntarme: ¿Hasta dónde hay amor en ese cálculo?

¿Cómo se compatibiliza una relación amorosa en ese punto, excluyentemente física con un interés de relación con esas características?  

¿Entra en ese cálculo las posibilidades económicas de ese hombre, sus posibilidades de desarrollo y progreso futuro?

¿Ella considera la posible capacidad de él de una autosuficiencia en lo económico, en su “logística personal” (la disposición de su ropa, de hacerse su desayuno, su comida, etc.) es decir que, en el transcurso de la relación, él no se convierta en su hijo?

Depende de la personalidad de la mujer, de su educación, del temperamento de sus mujeres mayores. Pero ella se entregará físicamente con la mitad de su mente sinceramente apasionada y la mitad calculando.

Con un par de relaciones concretadas, no es extraño que se acomode en la cama y con cara de preocupada le pregunte a ese hombre, “todavía” con emoción extrema:

¿Y…Qué somos nosotros? ¿Somos amantes, novios o qué?

Eso marca que el periodo de “muestra gratis” sexual…se terminó, y dependerá de la respuesta de ese hombre la continuidad de la relación amorosa y a partir de ese momento él deberá pagar con compromiso, deberes y derechos…a menudo sólo derechos para ella.

  1. Si responde: si, somos novios:

Ella verá que su objetivo está cumplido y podrá poner en su “curricular sexual” el nombre y apellido de su nueva conquista, su futuro en cierta medida estará económicamente y emocionalmente cubierto. 

 ¡Tenemos un acuerdo! y él firmó los “pagarés” virtuales de esa relación/transacción.

  1. Si responde “vamos despacio, así nos conocemos y no cometemos errores”.

Ella interpretará que él pretende ganar tiempo en su goce de la “muestra gratis “y dependerá de su interés, histeria o decisión de esperarlo y dar la prórroga a la “gratuidad sensual” en cuanto a asumir el compromiso y esa relación estará pendiente en su curricular de vida sexual. Pues sigue siendo una apuesta interesante.

  1. Si por el contrario su respuesta va al extremo no deseado por esa hembra humana: - ¡Somos Amantes!

Ella sabrá que perdió la partida, la apuesta, él ya no será el supuesto hombre serio, no lo pudo convencer que ella era “La Mujer” y ya no lo ve como “el hombre de su vida”.

Lejos, muy lejos quedó la primera propuesta cuando él insinuó tener la primera relación como una especie de asociación - ¿Lícita? - para disfrutar mutuamente el uno del otro en esa relación tan igualitaria… eso creía él inocentemente...

Ella lo borrará de sus estadísticas sexuales y lo ocurrido en esa relación para su récord de orgasmos logrados, jamás sucedieron…y el número de amantes/novios quedará inalterable.

Las respuestas del émulo de Eva podrían ser:

  1. Me usaste

  2. Compartí mi cuerpo con vos - ¿él no compartió el suyo con ella? - 

Los reproches subirán de tono y los insultos serán variados sobre la honestidad de ese hombre que ella no logró “envolver” en su táctica de tenerlo a su servicio.

Amagará retirarse ofendida, pero con un ojo en la reacción del hombre para lograr que intente frenarla en su fuga tan compulsiva como simulada.

En el caso que se cristalice el noviazgo, ella comenzará a cargar de obligaciones a ese hombre (joven o medio maduro), comenzarán las culpas y los compromisos sociales, 

Los amigos de siempre -de él-, serán paulatinamente marginados de su vida, por la presión psicológica de ella. Allí comienza el proceso de unión y consolidación de la nueva pareja, pero solo como inicio de un arduo camino, que solo los llevara al final empleando la inteligencia en las relaciones humanas. Muchas serán las dificultades a vencer:

Las diferencias culturales, las flaquezas de personalidad de uno y otro, harán que muchos objetivos a veces infantiles, a veces irrealizables, otras veces la voluntad de cada uno dicta que se aflojen ciertos controles básicos para la convivencia y las simples exigencias personales y de grupo se relajen…

¿El resultado de todo esto?

Sin dudas, es la decepción… un elemento por demás nocivo en los sentimientos y en la voluntad de seguir apuntalando a esa familia en curso.

El final es muy simple…separación, divorcio, frustración y cada día es más frecuente en nuestra sociedad.

La clave es:

  • aceptarse todos los días uno al otro, ver sus diferencias con amor y ternura. 

  • Estar atento a los errores y posible destrato hacia el otro y tener la “humildad y grandeza” para aceptarlos y corregirlos, cuando sean advertidos por él /ella u otra persona.

  • Saber que “ceder” es un acto de amor hacia el otro/a

  • No caer en la espiral de una violencia (siempre verbal, jamás física) 

  • Disimular sus errores y aceptar los propios.

  • Que la solidaridad hacia el otro, en todo momento, sea una conducta permanente.

  • Aceptar que no todo en la vida puede concretarse.

  • Y por supuesto el respeto hacia el otro debe ser el ítem fundamental.

Para concluir: 

Cuando alguien se enamora, esa persona le está dando un poder sobre él/ella, al otro.

Si me haces sufrir, si te enojas, si me engañas, si te sientes mal… yo sufro.

Estar realmente enamorado es RENUNCIAR a ejercer ese inmenso poder sobre el otro y usarlo para construir, disfrutar lo que esa relación produzca y jamás abusar de ello.

El tiempo cambia la forma de amarse, desde una pasión orgásmica a una etapa de ternura, comprensión, tolerancia, compañerismo y del  bien común.

 

Por Carlos Alberto González Robles

(Piñero, Santa Fe, Argentina, 1951)

Autor de los siguientes libros Una guerra, una vida, China invadió a Argentina ¿La tercera guerra mundial?, Más allá del Apellido


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