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El verdadero horror existe

Actualizado: 30 nov 2021

¿Existe el horror verdadero? Si eres amante del género o simplemente te gusta, seguramente te has planteado esta pregunta por lo menos una vez en tu vida.

Ya sea dentro del género literario a cargo de figuras conocidas como E.T.A. Hoffmann, H.P Lovecraft, Edgar Allan Poe, hasta Stephen King, Clive Barker y Neil Gaiman; en el género cinematográfico con películas como Nosferatu (1922), Frankenstein (1931), The exorcist (1973), Halloween (1978), It (1990); así como muchas obras pictóricas como La pesadilla (1781) de Henry Fuseli referente en el Romanticismo, en donde muestra a una mujer dormida mientras es atacada por un incubo (un demonio que se alimenta de la energía sexual de mujeres mientras duermen), el horror ha evolucionado a lo largo de la historia, adaptándose a las nuevas generaciones y a los miedos que surgen con ellas.

Un ejemplo de lo anterior, lo encontramos a la vuelta de la esquina: La pandemia originada por el virus SARS-CoV-2. ¿Quién se imaginaría que todas esas películas de zombies o escenarios pos-apocalípticos donde un virus causa la extinción de la humanidad, se haría presente a inicios del 2020? El miedo causado por la incertidumbre inicial, y que hasta la fecha es evidente, pues mucha gente asegura que la vacuna es más mortal que el propio virus, da mucho de qué hablar, mucha tela que cortar. Sin embargo, hay algo en común dentro de todos estos escenarios, ejemplos y obras mencionadas hasta ahora: El miedo.

El miedo es una emoción básica, nos permite alejarnos de cosas o de situaciones que consideramos potencialmente peligrosas, es el causante de nuestra incertidumbre, de esa ansiedad que provoca sudor en las manos y que nuestra respiración se agite, es responsable del estrés y de la piel erizada en nuestros brazos. Sin embargo, ese miedo se puede llegar a disfrutar al ver una película, al leer una novela o al tener acceso a cualquier contenido cuyo propósito sea originar miedo, pues sabemos que no nos encontramos verdaderamente expuestos a dicha situación.

El miedo es la base el terror y el horror, para algunas personas es vida, es culto; para otras es algo innombrable, difícil de manejar, es la emoción en su estado puro. Todo ello es comprensible, ya que somos seres socializados en diferentes culturas y tradiciones, aun dentro de nuestro núcleo familiar diferimos en gustos, y está bien.

Por esta razón, siendo amantes del género, es comprensible encontrarnos con que la película que logró evocar el mayor horror en nuestras vidas no haya provocado el mismo impacto en el público, -personalmente podría recomendar a todo el mundo Incident in a Ghostland (2018) de Pascal Laugier-, y lejos de iniciar una discusión sin sentido e intentando imponer nuestros gustos sobre los demás, podríamos preguntarnos por qué.

Para ello es necesario hacer un pequeño recorrido por este camino oscuro, comenzando por la deconstrucción del género para remontarnos al folklore sobrenatural, es decir, aquellas historias originadas en pueblos desde la antigüedad con el fin de explicar fenómenos inexplicables. Con ellas también surge el concepto de Lo siniestro¸ como lo menciona Freud, descrito como la necesidad continua del ser humano de colocar lo terrorífico en figuras antinaturales.

Así pues, con Lo siniestro, me refiero a aquella situación o cosa desconocida, extraña y hasta oscura que nos produce sensación de escalofríos e incomodidad, es aquella criatura en medio de la noche que nos observa con ojos brillantes mientras caminamos por un callejón solitario mientras nos dirigimos a nuestro hogar.

Si tomamos esto como punto de partida, nos daremos cuenta de lo importante que es el escenario y la ambientación al momento de hablar de miedo. No nos vayamos lejos, tan solo al escuchar un relato relacionado con brujas, vampiros, fantasmas y hasta extraterrestres podremos notar un cambio en la atmósfera del espacio donde nos encontremos.

Entre el mismo género también existen subgéneros que dividen el terror del horror (y sí, no son lo mismo), ya que si bien, ambos parten de la misma base (el miedo), sus expresiones son distintas; El primero tiene que ver más con lo tangible, con lo que podemos ver, tocar y explicar, es el miedo a la destrucción del cuerpo y e incluso de la mente, canibalismo, sustitución del propio cuerpo, el aislamiento, el rechazo, hasta la muerte y fantasmas.

Por otro lado, el horror va más allá, es aquello que no comprendemos en su totalidad, la existencia del doppleganger (un ser que parece ser una copia exacta de una persona, cuyo propósito es desconocido, pero significa mal augurio), la destrucción cósmica, los seres deshumanizados (Como en el universo de Lovecraft).

Con tantas opciones a elegir es evidente que lo que a nosotros nos asusta, podrá no causar ni cosquillas en el otro, es cuestión de conocernos (lo cual representa un trabajo a veces siniestro y complejo), de preguntarnos por qué otras cosas nos causan más miedo que otras, ya que de eso trata el terror, de resolver los enigmas detrás, aunque si no llegásemos a resolver dicho enigma, estaríamos adentrándonos al horror puro, y una vez iniciado ese camino, lo más complicado es salir, se vuelve adictivo.

Por último, podemos concluir que tanto en el terror como en el horror tenemos opciones ricas a elegir, dependerá de qué tanto acercamiento y sensibilidad tengamos ante situaciones cuya exposición sea la emoción del miedo, o simplemente de qué tantas perturbaciones habiten en nuestro ser, el verdadero horror sí existe, porque el verdadero miedo habita en nuestro interior, solo nos queda disfrutar la experiencia.

 

Por Ana Bárbara Sánchez España

Psicóloga (FES-Zaragoza, UNAM) e investigadora en psicología social, tengo 26 años y soy amante del género de terror y horror (especialmente del horror cósmico), seguidora fiel del podcast de Leyendas Legendarias, mi sueño es tener una biblioteca donde exista una sección dedicada al género, mis autores favoritos son H.P. Lovecraft, y el mangaka Junji Ito.

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