Enseñar primero, enseñar fuerte
- cosmicafanzine
- hace 9 minutos
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Desde infante disfrutaba de los filmes donde el legendario Jean Claude Van Damme lanzaba patadas que rayaban en la ciencia ficción y derrotaba al malo en turno, también gozaba de ver cómo Rocky Balboa recibía golpe tras golpe y por más que caía se volvía a poner de pie haciendo que Apollo no lo creyera y que Iván Drago lo considerara un hombre de acero. Hay otra película donde aparecería un hombre actuando un papel de japonés radicado en Estados Unidos que era trabajador de una vecindad a donde llegaría RalphMacchio interpretando a un jovencito de apellido LaRusso que por azares de la trama se metería en líos con el broncudo líder de un grupo rudo que practicaba artes marciales bajo el lema “Golpear primero. Golpear duro. Sin piedad”.
El dojo Cobra Kai sería el antagonista de la primera y tercera película de Karate kiddonde figuraría el nombre del señor (o sensei) Miyagi que se convertiría en la imagen del estoicismo, la armonía, la habilidad y encarnaría la máxima de que el mejor ataque es la defensa y aquella premisa de El arte de la guerra sobre si puedes evitar la batalla hazlo. Esas películas de Karate kid no son mucho de mi agrado. Y volvieron. Subiéndose a la fuerza de resurrección mercadotécnica que se está dando en la actualidad (en la cual casi todos los productos milénials u ochenteros están volviendo para darnos unos golpes de nostalgia igual de fuertes que los que daban los Cobra Kai y así consumirlos) regresó el señor Miyagi, Daniel LaRusso y el hijo pródigo, campeón, heredero y quizá último Cobra Kai andante Johnny Lawrence. Este último regresa como protagonista de la nueva serie y es el foco de atención de las primeras temporadas.
Me rehusé a verla por mucho tiempo, pero un día por casualidad la reproduje a ver qué tal y si algo me enamoró por completo fue la sublime banda sonora de rock. Fui mordido por el zombi de la nostalgia musical y acabé mirando todas las temporadas de Cobra Kai. Al principio por la música, luego por el enorme poder de las primeras temporadas y el suculento espectáculo que era ver las presentaciones de los Cobra Kai y más que nada por su líder y sensei Johnny Lawrence. Un personaje que no tenía al principio nada de admirable y que ejemplificaba a la perfección cómo no había que hacer las cosas. También fue la encarnación de hasta dónde nos pueden llevar las malas enseñanzas.
Misógino, misántropo, grosero, alcohólico, violento, fijado al pasado, todo esto y acaso mucho más era la constitución de la actuación de William Zabka. Más de una vez se le veía tirado en las calles ebrio o empeñando baratijas para obtener un poco de dinero para sobrevivir. Un día decide echar mano de sus talentos para obtener ingresos fijos y así da un salto temporal al pasado y resucita el extinto dojo de artes marciales Cobra Kai con el clásico logo de una cobra en posición de ataque imponiendo respeto y fuerza. Los defectos de Johnny se convirtieron en su fuerte para crear conexión con el público, ¿quién no rio con sus ocurrencias? ¿Quién no se dejó envolver por ese personaje de ficción que al ser de ficción nos rescata de la responsabilidad de empatizar con alguien así? Yo creo que el personaje del fuerte y tenaz, pero alcohólico y a ratos deprimido sensei Lawrence logra empatizar con nosotros por algo sumamente humano en el centro de su ser: las ganas de ser mejor.
Nadie puede decir que el sensei Lawrence a pesar de todo va haciéndose consciente de sus yerros, los va puliendo y hace todo lo posible por mejorar a pesar de que más de una vez la vida o algunos personajes le daban reveces iguales de dolorosos que una patada. Como aquella ocasión en que su némesis Daniel LaRusso hizo todo lo posible porque perdiera el local que arrendaba Cobra Kai o cuando cabildeó en la asociación de artes marciales para que negaran la participación en torneo al dojo de Johnny. Cuando le dijeron no fue su primer alumno el que lo sacó de las sombras y le recordó que un cobra kai no acepta un no como respuesta y así Johnny como Balboa se levantó en el ring y fue a por la victoria. Con un discurso conciso y sincero logra que su dojo participe a pesar de la oposición de su rival.
Personalmente me pareció sensacional y maravilloso que fuera Miguel Díaz quien loinspirara a ir por lo que le importa sin importar las barreras. Enseñanza que el mismo sensei Lawrence le enseñó. Cosa que por cierto haría más de una vez para corroborar que los alumnos enseñan a sus maestros con las mismas enseñanzas que éstos les dan. Al sensei Johnny Lawrence no lo cambió el karate, ni la búsqueda de dinero, tampoco sacarse las espina del perdedor, al sensei Johnny Lawrence lo cambiaron sus alumnos.
Enseñar es más que transmitir conocimientos, más aún, esto dejó de ser así hace años. Enseñar me parece también mucho más que gestionar conocimientos que se construyen y asimilan. Enseñar me parece un acto constante, tenaz y glorioso de aprender. La educación es lo que nos permite estar en sociedad, es lo que nos permite que las leyes se cumplan, es pensar en que la humanidad puede llegar siempre a su prime (diría la chaviza). Educarse es establecer diálogo con la sociedad y mejorar para aportarle a la misma. Enseñar es un acto que engrandece, purifica, enorgullece y ofrece la oportunidad de re-aprender y así hacer las cosas mejor que ayer o que antaño.
Enseñar es también cambiar y mejorar. Al enseñar a otros también nos estamos enseñando a nosotros mismos y más de una vez padecemos anagnórisis que nos hacecomprender cosas que modifican nuestras andanzas. Educar es como construir, lento, con paciencia, con amabilidad. Educar es emplear lo mejor de nosotros mismos en pro de los demás y al mismo tiempo éstos ponen lo mejor de ellos para hacernos mejorar. Quid pro quo. Esto desde las series con mayor presupuesto hasta pasajes de la vida de cualquiera. Hace unas semanas leí la nota de que un albañil deseaba aprender a leer y escribir y como resultado sus compañeros hallaron tiempo y recursos para enseñarle. Cosa que llena de optimismo. Educar también es cobijar con esperanza.
El que busca educarse da cátedra de cómo anhela mejorar y cambiar, de cómo las ganas de descifrar textos y/o hacer cuentas es superior a los prejuicios, miedos, retos y el largo etcétera que a veces nos ponemos para no estudiar más. El que se educa, dice Fernando Savater en El valor de educar, se vuelve hombre porque sólo al educarnos podemos emprender el camino a ser humanos. Así como hay fuerzas que buscan educar y mejorar con ello existen fuerzas opuestas que buscan no educar y permanecer en la oscuridad y la oscuridad se vuelve, desde el mito de Prometeo, símbolo de la ignorancia y sus consecuencias. En la Literatura la oscuridad a veces está encarnada en alguien que trasciende fronteras y supera el libro, pienso por ejemplo en Cumbres borrascosas.
Más allá de las circunstancias que formaron a Heathcliff no se puede negar que vio una especie de vendetta a los maltratos que sufrió en manos del hermano mayor de Catherine en dejar caer toda su hostilidad en su hijo Hareton e hizo de él una persona huraña, burda, cruel, grosera y lo peor: ignorante. Sin embargo, a pesar de todo ello, a pesar de que la vida lo puso en paralelo con Johnny Lawrence él mostró que quería saber. Quería aprender leer. Así como Johnny a lo largo de toda la serie busca consciente y a veces inconscientemente redimirse no es sino hasta que entiende el valor de sus alumnos cuando realmente comienza a lograrlo. Más aún, al sensei Lawrence es un alumno –su primerpupilo y futuro campeón– quien lo pone en el camino de la lucha en el dojo. Una noche presencia cómo este futuro alumno es humillado por otros jóvenes y Johnny, achacoso, reumático y quizás hasta las rodillas le tronaban, pero con todo y todo él lo defendió y Miguel le pide ser maestro. Miguel le pide ser enseñado, de esa forma pasa con Hareton que pide, a sus maneras, a Cathy ayuda para poder gozar de los libros.
Hay un impulso primitivo en nosotros que nos hace querer saber. Aristóteles ya lo veía en su Metafísica. Existe en el fondo de nosotros un resorte que nos impulsa a salir de la ignorancia primaria y tatuarnos la mente de letras y números. Y esto es tan noble y loable que hace que los alumnos desprendan brillo, esperanza, optimismo y un largo etcétera que el maestro a veces absorbe (otras veces muchos corajes también) y hacen de él alguien mejor. Johnny mejoró gracias a sus alumnos. De ser un ebrio, machista, grosero y peleonero va aprendiendo de todos sus pupilos y al ver los errores de ellos ve sus propios errores y los pule. Así pasa cuando tiene pláticas con Miguel donde le aprende mucho a éste o también cuando Devon hace trampa contra Kenny y le confiesa a Johnny que no la juzga sino la comprende, la hace sentir mejor y la exhorta a hacer lo correcto, en esa parte Johnny también aprende mucho. Mención aparte tiene Robbie con quien la relación va más allá del lazo maestro-alumno. Con éste tuvo una relación más difícil porque es su hijo a quien abandonó durante muchos años y de mano de la paciencia, tolerancia, reflexión, comprensión, perdón y reconciliación reparan su relación.
Cumbres borrascosas parece no tener absolutamente nada que ver con esta serie que recién acabé, pero como ambas eran leídas por mí en el mismo tiempo me fue imposible no ver ese punto en común que se puede hallar en cientos de obras más y en cientos de casos de la vida real. Y como ese punto –el de que los educandos pulen los yerros de los educadores– también hay que destacar de ambos lados la cantidad de fuerzas que se oponen a que esto se lleve a cabo. En Hareton el enemigo estaba en sí mismo, en su rabia, en sus limitaciones, en cómo tomaba los ataques y burlas de Cathy y es aquí cuando se da la conexión y ambos medran como seres humanos. Cuando Cathy viuda de Heathcliff hijo se da cuenta de que las ganas de aprender de Hareton son reales sus burlas y ataques cesan y comienza una campaña de reconciliación que desemboca no sólo en que Hareton comienza su camino por las letras sino en que zurcen una relación pretérita familiar en la que nada tenían que ver y fueron víctimas, al unirse ambos para una enseñar y otro aprender comienza a tejerse la paz por fin entre Cumbres borrascosas y La granja de los tordos, o mejor dicho entre Heathcliff-Catherine-Édgar-Hareton-Isabella. En la niñez a pesar de que el señor Earnshaw exhortó a sus hijos a que trataran bien a su protegido, su hijo mayor Hindley no hizo más que martirizarlo y ahondar una maldad que algunos veían innata en él, más de una vez también le prohibieron acercarse a los libros y lo dejaron en un mundo de oscuridad, ignorancia y venganza que se volvió una especie de profecía cumplida y que terminó no con su muerte sino con la reconciliación de Hareton y Cathy a través de la educación.
En el Kybalión una premisa interesante reza que “cuando los oídos del estudiante están listos para oír, entonces vienen los labios a llenarlos de sabiduría” y así “el maestro aparece cuando el alumno está listo”. Así, maestros como el señor Miyagi o como XianChow o como Mickey aparecen cuando las fuerzas oscuras encarnadas en un villano extremadamente fuerte y a ratos irracional hacen acto de poderío casi absoluto y surge un joven que motivado a veces por venganza pide ser enseñado, pero en el camino de esas enseñanzas se enfrenta a sí mismo para conocerse sin arrancarse los ojos como hizo Edipo sino para emprender el camino al autoconocimiento y la aceptación. Así Daniel LaRusso aprendió a vencer su miedo gracias a las lecciones de Miyagi-sensei que quedan explícitas cuando éste le dice está bien perder con el rival, pero nunca con el miedo en Karate kid 3 o cuando Jean Claude Van Damme en Contacto sangriento 2 aprende a entregar el corazón en combate más allá de ir sólo por venganza. En la primera película de Rocky se nos regala una escena llena de ternura, enseñanza y bondad: cuando Mickey va al apartamento de Rocky Balboa a ofrecerle sus servicios como entrenador para la gran pelea que tendrá, el anfitrión lo corre y le dice que lo busca porque ahora sí ve la posibilidad de ganar dinero, Mickey cabizbajo sale de la casa en una noche oscura y fría, va caminando cuando de repente la puerta de la vivienda de Rocky se abre y sale éste corriendo atrás de él para abrazarlo y pedirle perdón. A partir de ahí comenzaría una relación de aprendizaje en la que Rocky se daría cuenta de lo mucho que aprendió de su maestro cuando se vuelve maestro de Tommy Gun en Rocky 5 y no para de citar a Mickey una y otra vez.
La serie Cobra Kai nos presenta una especie de genealogía donde cada maestro medró gracias a sus alumnos, pero con un triste pasado de yerros que si bien se van superando están ahí recordando cómo no deben hacerse las cosas. A Johnny tanto le importaron sus alumnos que cambió a pesar de las nefastas enseñanzas de quien fuera su maestro que también sucumbió al final por lo que llega a valorar un maestro a un alumno. Cuando el sensei John Kreese va al torneo Sekai Taikai de la mano de la raíz original de Cobra Kai, tiene un alumno favorito que es proclive y gusta del combate. Mas, el mundo del sensei Kreese se viene abajo cuando en medio de la batalla campal de la temporada final este alumno cae encima de una arma que era precisamente de su maestro.
Ahí atraviesa por una revelación cruda y dolorosa que le permite rectificar y si bien ya no intentar hacer las cosas bien por el peso de los años encima, sí le permite ir con su primer discípulo favorito, Johnny Lawrence quien le dice todo lo que sufrió por sus enseñanzas y la forma en que lo trató cuando conoció la derrota. Llorando atraviesan por una catarsis, cosa que también pasó cuando el sensei Kreese visita Tory Nichols para disculparse por hacerla el recipiente de sus odios y amarguras. El llanto, las disculpas, la palabra y la apertura permiten la catarsis y esta catarsis permite la reconciliación entre maestro y alumnos cuando en el penúltimo capítulo los Dragones de acero piensan que ya ganaron y de repente el maestro de ceremonias anuncia los cambios que hubo en Cobra Kaiy comienza a sonar el majestuoso sonido de Thunderstruck de ACDC para dar abertura a la entrada de Tory, Miguel y el maestro Johnny. Después Tory voltea al público y ve a su maestro Kreese quien le hace una reverencia de respeto que es correspondida con una sonrisa de Tory y después hace lo mismo con Johnny, pero el maestro Johnny no sólo esboza una ligera sonrisa sino que pone sus manos en sus costados firmes y le devuelve la reverencia de respeto. La reconciliación está completa. Al cruel, revanchista y malvado sensei Kreese también lo alcanza el brillo y ese algo inefable que pasa cuando enseñas y el alumno te devuelve algo, también sucumbió ante el hecho de que los estudiantes enseñan y ayudan al maestro a crecer como persona porque enseñando se aprende. Como gesto final hizo la última y quizás más amorosa y noble defensa de su alumno preferido cuando peleó con todas sus fuerzas contra Terry Silver para que éste no pudiera dañar más a su pupilo.
Enseñar permitió al maestro Johnny dejar la bebida, labrarse un futuro, le permitió respetarse a sí mismo y a los demás, le permitió –quizás lo más relevante– a un montón de alumnos que estaban en las sombras, marginados y sobajados dejar de ser eso, llenarse de amor propio, de metas, de futuro, de asertividad (que claro, todo ello se consiguió después de muchos errores) y al hacerlo él también aprendió y mejoró a la par y con mucha ayuda de sus alumnos. El maestro crece conforme guía y enseña a sus discípulos, cuando éstos muestran ganas de saber, de mejorar, cuando ponen empeño y van adelante el maestro no sólo hace bien las cosas sino que también mejora junto con ellos.

Por Arturo Aguilar Hernández
Licenciado en Letras. En 2012 recibió el Premio Municipal de la Juventud, en 2016 fue galardonado con un premio al folclor municipal de calaveritas literarias; en 2017, 2018 y 2019 ganó distintos concursos literarios en el sector empresarial, en 2020 obtuvo el tercer lugar en el concurso “Cuando la poesía nos alcance” categoría B. Ha escrito cuentos, poemas, ensayos y artículos de opinión en diversos suplementos culturales y revistas en línea como La Soldadera, Efecto Antabús, El Guardatextos, Revista Collhibri, Revista La Sílaba, El Reborujo Cultural, Palabra Herida, Cósmica Fanzine, Horizonte gris, Revista Redoma, Licor de Cuervo y El mechero.
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