Ilustración realizada por @renero_arts
El espectáculo habÃa terminado un poco más tarde de lo usual, los aplausos no tardaron en aparecer por el asombro que causaba entre la multitud mi último acto.
No eran únicamente los giros y las piruetas, mi aspecto también parecÃa despertar la admiración entre los presentes.
Después de bailar durante horas, lo último que faltaba era quitarme el velo antes de ir a dormir.
Justo antes de bajar por completo el telón, Theodor apareció ante mà con aquella sonrisa que únicamente significaba problemas.
–No te quites el velo, todavÃa falta que hagas una función–dijo él mientras apartaba el pelo de mi mano para poder acariciarla con un poco más de libertad.
Estoy completamente segura de que jamás llegaré a entender del todo sus motivos.
Una vez que llegamos al camerino, él mismo apartó el velo de mi rostro e hizo a un lado los largos vellos que cubrÃan mi mandÃbula y mi labio superior para poder sorberlos y utilizarlos a su gusto, provocando que los gemidos comenzaran a brotar de mi sedienta garganta.
Mientras tanto, su mano derecha apartaba ligeramente el vello de mi cuerpo para poder tocar la piel que se ocultaba tÃmidamente de aquellas caricias.
Me quité el vestido de bailarina española que habÃa usado durante horas en el escenario y bailé lentamente, exhibiendo mi carne oculta debajo del espeso y largo vello negro que cubrÃa la totalidad de mi cuerpo, justo como sabÃa que a él le gustaba.
–Quédate asà un poco más, Julia.
Después del baile, imaginé que querrÃa que hiciera aquel truco con mi boca que lo hacÃa enloquecer debido a la inusual humedad en mi lengua, sabÃa que ese era uno de los motivos por los que buscaba mi compañÃa durante las noches después del acto final pese a que mi aspecto no siempre lucÃa muy humano.
Aún podÃa recordar el momento en que nuestras miradas se cruzaron en la primera carpa donde trabajé. Sus ojos brillaron mucho cuando me vieron, justo como lo hacen ahora mientras compartimos nuestro tiempo juntos.
Mientras sus dedos se enredaban en el vello de mi cuerpo, me ordenó recostarme en el incómodo camastro del camerino.
Ya sabÃa exactamente lo que él querÃa, y lo que en parte yo también estaba deseando desde que me ordenó ir con él después de cerrar el espectáculo.
Cuando me di cuenta, ya estábamos unidos por esa parte donde ambos tenemos vello, aquella parte animal que, curiosamente, nos hacÃa humanos. Aquella zona que nos hacÃa tan vulnerables como para gritar incansablemente hasta caer exhaustos como si fuera una verdadera época de celo.
Me he despertado nuevamente luego de dormir al lado de Theodor durante unos minutos. Se ha hecho muy tarde, las luces de las farolas están por apagarse y mañana tenemos que partir hacia Viena con el resto de la troupe para la nueva temporada.
Ya ha terminado la función de medianoche.
Por Deyanira R B
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