Esa noche, te busqué incansablemente mientras mis gemidos crecÃan de tono conforme mis pupilas desgranaban tu imagen ante mi. La misma imagen que en su momento me dijo sin necesidad de una sola palabra que no le sentaba bien el amor que habÃa expresado debajo de un árbol en una de tantas caminatas.
Esa noche en mi casa gemà y lloré a partes iguales mientras tu rostro se desvanecÃa entre los restos de la humedad en mi frÃa entrepierna que unos momentos antes habÃa estado caliente por la fricción de mis dedos.
El hastÃo y el asco ante las mentiras edulcoradas con las que habÃa crecido no hizo más que crecer conforme los minutos pasaban.
TodavÃa permanece nÃtido el recuerdo de aquel dÃa en el que unos amigos que tenÃamos en común nos presentaron. ¿Acaso no habÃan dicho que nos llevarÃamos bien ya que éramos muy parecidos? A estas alturas, me gustarÃa haberme mostrado más escéptica. No hubo nada por hacer una vez que nuestros ojos se encontraron, fue un sentimiento inevitable.
Todo ocurrió de la forma usual, las conversaciones se hicieron cada vez más frecuentes.
Después, esos mismos amigos comenzaron a decir que hacÃamos una linda pareja, que nos complementábamos muy bien como si antes de todo eso hubiéramos sido seres incompletos, carentes de un pensamiento individual hasta el momento en que nos conocimos. Pero, ¿cómo alegar ante sus insistencias?
Aún prevalecen en mi memoria los dÃas en los que buscabas mi compañÃa. De acuerdo a tus palabras, únicamente querÃas la comprensión que nadie más que yo te daba, no habÃa nada más entre nosotros que un amistoso intercambio de palabras.
¿De verdad era necesario que todo un mes entero te comportaras como si de verdad te importaran mis sentimientos?, ¿en serio era de vital importancia que tus labios terminaran buscando mi boca y se abrieran paso entre mi carne hasta que mis terminaciones nerviosas estallaran de placer?
Las lágrimas de esa noche tuvieron una naturaleza distinta a todo lo que habÃa experimentado en ese momento y sin duda no tienen nada que ver la lacrimógena invasión que en este momento está experimentando mi corazón, tal cantidad de agua podrÃa hacer que estallara en cualquier instante.
Alguna vez te ofrecà mis sentimientos con una sonrisa, pensando que lo nuestro podÃa ser mucho más que un polvo rabioso que se empeñara en dejarme sin dormir por las noches. ¿Y qué fue lo que me respondiste en ese preciso instante?
Tú única respuesta fue dejarme en blanco, te alejaste sin decirme ni una sola palabra, sin siquiera decirme nada en absoluto. Ahora que habÃa sentimientos amorosos ya no me necesitabas.
HabÃa pensado tantas cosas y hecho tantos planes que ahora simplemente no serán, no será absolutamente nada de lo que alguna vez imaginé.
Tu imagen se deshace frente a mis ojos al igual que los restos de este orgasmo mientras imagino la ocasión oportuna para salir de la miseria en la que ahora habito desde ese dÃa en el que decidiste irte.
Pero he de sobrevivir, entiendo que este no será mi primer desengaño amoroso. Pronto me vestiré y arreglaré para la persona más importante de mi vida. No, no será el próximo tipo que meta en mi cama. Es algo mucho más importante que eso, se trata de complacer una necesidad que hasta ahora habÃa dejado de lado porque mi odio siempre habÃa estado enfocado a mà misma.
Todo eso lo sé.
Sé que pronto lo haré, pero hoy no. Es un dÃa de pijama, helado de chocolate amargo y música triste a todo volumen en mis audÃfonos que reemplazarán el penoso orgasmo que se acaba de consumar en mis dedos.
Por Deyanira R B
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