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Hola, soy Jesús y soy asexual

Hola, soy Jesús y esta es parte de mi historia como persona asexual, bueno grisasexual; pero para hacer esto lo más masticable posible pues sólo soy asexual.

Para mí, la asexualidad no es una elección, no es abstinencia, no es como que fuiste muy sexual toda tu vida, y cuando llegaste a la menopausia o empezaste a hacer meditación pues ya eres asexual porque ya no tienes la misma atracción que antes, no. Mucho menos es abstinencia, porque en mi caso, no me espanta el sexo ni hablar de él. Yo, por ejemplo, tengo la libido y el deseo sexual altos, pero sólo no siento ese atrape sexual, pasional, exorbitante y necesario que muchas personas te juran tener. O bueno, si llego a tenerlo es muy bajo y no me estresa que sea así.

En términos generales, esto lo comparo como el pavo de navidad, cada año probarlo está rico y listo. Y hablando de pavos de navidad, fíjate que en su momento fui muy religioso, pero tampoco me interesaba ser célibe o intentar cambiarme. Siento que es algo que he sido siempre. Es por eso que muchos asexuales como yo, nos educamos en temas sexuales, pues hemos pasado toda la vida relacionándonos con personas que invalidan y normatizan la sexualidad que, pues nos toca buscarle, para poder identificarnos, aceptarnos y abrazarnos a nosotros mismos.

Siempre supe que sería diferente, era como ese chavito que todos miraban raro pero que a la vez les causaba un sentimiento de acercamiento. No sé, recuerdo que siempre le decía a mi mami “pues yo me llevo con todxs”. Y es que seguramente tiene que ver con mi herida de infancia (humillación) pues fue tan doloroso para un niño de unos 12 años que pues entonces de adulto se dedica a acoger a todas las personalidades. Ojo, pero que a la vez se vuelve tan desapegado.

Sabes, hasta la fecha me sorprende como he podido conectar con tantas personas y compartirles lo que llevo dentro. Sólo es parte de mí, y me gusta ser partícipe en su historia de vida.

Continuaré por la niñez; porque muchos eventos traumáticos empiezan en la niñez. Lo sé porque estudio el comportamiento humano, y un psicoterapeuta siempre llegará a las heridas de infancia.

Bueno, obviamente de peques no tenemos esa educación sexual, entonces pues no sabes ni qué onda con qué, tú sólo eres niño y disfrutas de jugar, de compartir y de ser feliz. Se es tan puro y real, que por eso los adultos, muchas veces deseamos regresar a esos tiempos de ser uno mismo, sin tapujos. Tan espontáneos y naturales. Y claro, sin tantas responsabilidades. (risa)

Puedo compartir que mi primer atrape por una persona, fue en la primaria, con una niña hermosa, con una actitud tan pura y de la cual veo a la fecha y pienso “¡qué bella mujer!”.

Es algo complejo y subjetivo, pero en la actualidad (porque actualmente es así) me considero poliromántico y grisasexual. Es decir que reconozco que no sólo existe hombre y una mujer, sino que hay más géneros y sexos y que puedo amar éticamente a muchos. Pero sin este enganche sexual que la alonormatividad te dice que “debes tener”.

Continúo.


También conocí a una niña que fue tan linda conmigo, pero pues nunca le gusté, porque después de declararme, me dijo “es que me voy de Puebla”.

Yo sabía que yo no le gustaba porque muy en el fondo también me gustaban los niños, pero como se la pasan diciéndote: “los nenes con las nenas”, pues hice el intento, ¿no?

Después de eso, ya en la secundaria acepté que efectivamente tenía un deseo por otros niños, pero era sólo como reconocer que tanto hombres y mujeres son igual de bellos.

En fin, ahí en la secundaria realmente nadie me gustaba, pero ¡páscuatelas!, yo sí les gustaba a dos niñas. Una se la pasaba mandándome cartitas y la otra se pegaba en la ventana del salón y yo era de “¡rayos, no sé cómo reaccionar a esto!”.

Para cerrar con esta etapa, pues sí me tomaba de la manita con una de ellas y luego la otra se enojaba porque la otra me iba a visitar y era como un “WTF, ¿por qué nadie me pregunta qué quiero yo?” Y lo que quería era estudiar, ja, ja. Pero pues no se dio porque sí tuve que prestarles la atención que buscaban. Y así fue hasta que pasé al bachillerato.

En el bachillerato, ¡hay mi Dios!, ahí para que veas sí me gustaban muchos hombres, pero no lo aceptaba, así que yo disimulé por cuatro años esos gustos. Tuve una novia que hasta ahora es mi comadre y ¡boom!, ahí tuve mi primer encuentro sexual. Sinceramente yo no quería, pero a ella la vi tan entrada y tan ardiente que mi mente dijo “ok”. Yo ya sabía que era penetrar y esas cosas, y a mí me encantaba besarle los senos y sentir sus ricos labios, pero sabes, simplemente no quería tener coito, no quería fornicarla, no me nacía, pero sí me nacía seguirla besando profundamente y tocarla por todos lados. Ella a la fecha sigue siendo igual de sensual.

Ya en la universidad uff, me gustaban más y más hombres, sino fuera por mi primer amor hombre que conocí en la iglesia, neta no me hubiera aceptado.

Es que me atrapó, neta ese hombre era o es tan “maravillosamente respetuoso y educado”. Recuerdo como nos pasábamos horas y horas besándonos hasta que el líquido seminal da ambos nos manchara los pantalones. Uff, era tan “guau”. Así fue por tres meses hasta que él me dijo: “oye, renté un hotel, nos vamos el sábado porque quiero estar más íntimamente contigo”. Créeme que mi mente en ese momento dijo: “¡oops!, aquí viene todo eso necesario en las relaciones humanas”. Entonces pues así fue, fuimos al hotel, nos desvestimos, nos acariciamos (porque a mí me encanta acariciar) y pues nomás no pudimos tener nada de nada. No sé, fue tan respetuoso que en ese momento me validó y sólo se quedó callado. Ahí descubrí que nadie siente lo mismo por la otra persona, cada mundo es tan neciamente diferente.

En la misma universidad, como ya me había “destapado” pues empecé a salir de antro y que besos de tres y que alcohol y que, si me gustaba ese chico, chica, etc. Pero no fue hasta que me vinculé con un amigo igual de respetuoso y hermoso. Nunca nos habíamos besado, salimos de antro un día y recuerdo que él dijo “y si nos quedamos en este motel”; mi respuesta fue como de “órale va” (pensando que sólo dormiríamos porque íbamos medios movidos. Pero no fue así).


Él neta me hizo sentir un placer increíble, me acuerdo que lo hicimos tan rico que yo pensé “ah, con que esto es el sexo con un hombre” (porque ya lo había hecho con una mujer, bueno sin penetración, pero sí tuve ese éxtasis lleno de orgasmos que me duraron todo el día). Pero después de eso, naturalmente yo no esperaba que volviera a suceder. Por eso lo comparo con el pavo de navidad, como escribí al principio, porque era como “Güey, qué rico es el sexo, ¿y esto cada cuándo se repite o cómo? Porque evidentemente no quería que fuera seguido”.

¡Charros negros!, entré al mundo que en la asexualidad llamamos “hipersexualidad” pues cada ser con quien me topaba me hablaba de “sexo, sexo, sexo” y yo era como: “ok, comprendo, dimensiono, qué chido que lleven su vida sexual así...”

Probé de todo, que si trío, que si con un stripper, que si el beso negro, que si el oral, el anal, etc. Pero pues nomás no. Tan no, que a la fecha no me identifico ni con esos roles de activo, pasivo e inter. Simplemente, no tengo esa atracción sexual como el 95% de las personas me decían.

Tiempo después, hace como 6 años, conocí a un vato barbón precioso que también me enamoró con su belleza, y pensaba en estarle besando siempre. Con el tiempo descubrí que a él no le gustaba besar, más bien le encantaba que lo abrazara, pero cuando se bajaba el pantalón y me decía “cógeme” mi mente era como “no otra vez”. Con él tuve el rol de activo, y sí disfrutaba esos momentos orgásmicos, pero más bien siempre era él quien se bajaba los chones y yo era como: “¿por qué no sólo nos abrazamos, dormimos y platicamos?” Para no hacer eso largo, no funcionó. Ese güey, fue mi némesis. Me enseño a valorar mi tiempo, dinero y espacio.

Meses después de ese amor de verano, conocí al que hasta ahora es el amor de mi vida. Yo para esto ya sabía que quería y cómo lo quería; entonces le dije de inicio: “mira, yo no soy muy sexual, lamento que en nuestra primera cita nos hayamos acostado, pero no busco eso” y me dijo: “no, yo también busco algo serio”. Nos validamos, nos entendimos, nos amamos y respetamos, como los juramentos de boda. Todo fue tan hermosamente perfecto, tan así, que no me importaba que no fuéramos compatibles.

Él y yo sólo nos aprovechamos el tiempo y la presencia necesaria.

Pero tampoco funcionó. Intentamos que sí la no monogamia consensuada, que si esto, que si lo otro. Pero pues nunca pudimos conectar sexualmente. Y se veía venir desde los primeros meses de novios cuando abiertamente me dijo: “es que, si dejamos de tener sexo en al menos un mes, no, no podré”. Y dicho y hecho. Así fue. Porque pasando los años, yo me sentía tan seguro, que sólo era yo. Y podía decirle con toda la confianza del mundo “no amor, no quiero, mejor abrázame”. Ojo aquí, esto no me hace menos amoroso. Porque al menos quien me conoce sabe que soy super afectivo, que me gusta besar, abrazar, apapachar y tocar con cariño los corazones de los demás. Así, tal cual.

Sé que esta cuestión no es de hormonas o problemas sexuales, porque no pretendo entrar a una terapia de conversión de algo que no quiero. Güey, yo soy el único que se conoce desde niño hasta ahora. No pasé por una violación, nadie me ha agredido ni me han violentado. Actualmente, vivo


rodeado de gente que me ha aceptado, de personas que se sienten protegidas como yo me siento protegido ante ellas. ¿Pero protegidos de qué?, ¿de la vida, del mundo sexual, del ser humano...?

No sé, cada uno tiene su respuesta personalizada, yo sólo difiero a veces con los temas sexuales. Es como: ¿por qué el sexo tiene que ser tan necesario y casi casi forzoso? Eso no significa que lo invalide, pues lo valido tanto que yo mismo aconsejo a las personas sobre el sexo, yo mismo les escucho, yo mismo permito que se expresen sin ser juzgados. Que si tienen parafilias, que si son ninfómanas, que si la satiriasis...

Güey, tal vez no entiendo tu mundo sexual, pero eso no significa que lo invalide, al contrario, en mí encuentras siempre apretones conscientes y llenos de confianza.

Pero, ¿y cuándo un asexual pide lo mismo?, ¿qué pasa?

Ahora estoy casado con eso que decía Fiódor Dostoievski: “Amo a la humanidad, pero para sorpresa mía, cuánto más quiero a la humanidad en general, menos cariño me inspiran las personas en particular”.

Finalizaré con esto, ahora estoy viviendo una nueva etapa de transmutación. Donde por fin puedo gritarle al mundo quien soy y que estoy orgulloso de esto, donde puedo platicar esto con más personas asexuales y alosexuales, que validan, comprenden y me envuelven con lo que cada uno lleva dentro.

Porque el amor y el dolor son así de polisémicos y raros. Pero es parte de nosotros.

No sé cómo nos iremos cada uno de este mundo, pero yo sí estoy seguro que me quiero ir como una semillita que sembró flores en los corazones de los demás. Y que lo que cada uno elija, sea para su bienestar. Al final, el bienestar es lo más importante para uno mismo.

La vida es tan bella, magnífica, despiada y cruel a la vez. Pero aquí estamos, esto es lo suertero y de vivir; el acompañamiento y aprendizaje mutuo.

Cuida de ti, espero esto te haya sumado. Con amor Jesús.

 

Por Jesús

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