La energía
La energía se obtiene del alimento, ¿cierto? Un animal ingerido daría su energía al animal que le ingirió. Al morir el que ingirió, su energía alimentaria va a la planta, terminando así la cadena de movimiento veloz, de rebeldía a la vida con que pueden destruirse los animales entre más cerebro tengan. La planta no tiene esa rebeldía, sigue con su trabajo. Porque el cerebro sirve para rebelarse a la vida también. Más el humano, en su afán filosófico, emocional o competitivo, en su individualidad, se le dificulta ver que necesita del otro y prefiere acabarlo, o acabarse a sí mismo si decide que es inútil su existencia. Ya sea de un tajo o con conductas nocivas que sabe que lo llevan a su destrucción.
Por eso, es primordial hacer uso de toda nuestra inteligencia, cuyo rol es generar acciones que den un resultado positivo, ¿positivo para qué? Siempre y con preferencia debería ser para vivir.
Recordemos que la vida está en todo ser vivo, y también su afán de acabar con otro ser vivo para hacerse de su energía vital.
Es en esa historia de vaivén que nos manejamos y es en la que ahora lo hacemos más inconscientemente, qué estupidez y qué agravio a la vida.
Esto se debe a que hemos creado sistemas morales que, insisto, son imperfectos por ser de manufactura humana. Estos sistemas deberían defender los derechos humanos, pero algunos están vendidos a ciertos poderes y no lo hacen, y otros no observan que la protección de plantas y animales entra de manera directa con el derecho humano a la vida.
Atentar contra los demás seres vivos, es atentar contra la vida en el ser humano.
Un acto contra cualquier vida, que está sirviendo a la vida, es un acto contra nosotros mismos.
La moral patriarcal del egocentrismo nos ha hecho olvidar ello. El paso de la mujer, su voz como generadora y protectora de vida, su lección de generación y protección de vida, es necesaria más que nunca, y no es una debilidad, es una enorme fortaleza que puede enseñarnos a todos.
Una mujer con una información genética armada de más hormonas masculinas en su gestación, o con características masculinas adoptadas en su crecimiento o, simplemente, con el suficiente deseo de competir o de ganar el mundo masculino podrá matar, golpear o ser soldado, sin duda. Pero que haya algunas mujeres que lo hagan, por razones respetables si respetan su entorno, no significa que todas llevamos esa información genética o necesidad.
El que haya hombres con tendencias totalmente femeninas, a veces mejores que las de la mujer promedio, tampoco significa que todos los hombres han abandonado su rol y, así mismo, las actitudes y acciones de esta minoría son respetables, si actúan con respeto.
La inmensa mayoría de mujeres mantenemos nuestras cualidades de género y que es nuestro aporte a la sociedad, hoy más claro y firme, mucho ojo, que no es lo que solo a nosotras nos toca hacer, sino lo que naturalmente llevamos en los genes y debemos enseñar a todo ser humano:
El cuidado y promoción de lo bello y lo ético, para permitir al río de la vida elegir sus caminos.
El cuidado y crianza de los nuevos seres humanos. Es ideal que también el hombre, o todo ser humano, participe activa, paciente y conscientemente en esta labor. Así que no estoy diciendo que el hombre no debe encargarse de esto, solo puntualizo en aquello que la mujer puede hacer con mayor facilidad debido a la información genética y cultural de su evolución y que resumo en los siguientes puntos.
La administración de un hogar, (capacidad que ahora se pone de manifiesto en administradoras de empresas y de gobiernos).
La demostración y promoción de ternura para provocar la protección natural de otros seres humanos, (no debilidad) sino la ternura inherente y necesaria en cada ser humano, para no volcarnos solo en nuestro instinto animal.
La observación y el cuidado de la fragilidad de la vida en todas sus formas.
La educación paciente de cada ser humano, sin importar su edad, ya sea desde la propuesta de formas educativas, hasta la educación que se ejerce en núcleos familiares, laborales o en cualquier otro tipo de grupo.
Recordemos, el rol de la inteligencia es promover acciones que den un resultado positivo para la vida. Entonces, si a la mujer, en general y no a cada una obligatoriamente, ni excluyendo al hombre de poder hacerlo, se le otorga el derecho y dignidad de cumplir con lo que su inteligencia debe elaborar para la protección de toda la vida sobre el planeta, el ser humano nuevamente, en general, podrá convivir mejor y buscar, como equipo y cada uno desde su individualidad, la razón de su existencia, su cooperación para con la vida, su derecho de vivir y la dignidad propia de su existir. Una mujer puede encontrar qué actividades le tocan hacer como género e individuo cuando para hacerlas no necesita de un hombre. Así de simple. Y de manera contraria y similar, un hombre. Cuando lo ponemos así, es mucho más fácil ver en qué pequeño, pero significativo ámbito, se requieren ambos géneros: el amor en todas sus expresiones y el trabajo interdisciplinario (observando como disciplina, los rasgos específicos, propios y necesarios de cada género).
Y simplificándolo así, donde no hay amor, ni necesidad de esa labor de doble necesidad en ying-yang, ya no hay nada qué hacer juntos.
Lo que nos lleva a un tema que me parece muy importante: El contrato matrimonial.
El contrato matrimonial
Como su nombre lo indica, es un contrato, es decir, un trato en el que convienen actuar dos partes. ¿Por qué debe entonces firmarse ese contrato? Cada vez en menos sociedades es importante la firma de dicho contrato y, al menos a mí, me parece digno de celebración.
En muchos países, basta el concubinato para ejercer derechos de pareja, y responsabilidades, claro que los derechos y obligaciones legales de tal pareja sí se vuelven importantes desde el momento en que somos seres emocionalmente cambiantes, respecto a eso no me opondría salvo porque varios contratos aún perciben a cada parte como algo diferente, como la unión de dos personas que, frente a la sociedad y su familia, aportan cosas diferentes y eso aún tenemos que cambiarlo hasta el momento que solo signifique la unión y posible separación de dos personas enamoradas que acuerdan compartir bienes y obligaciones de forma equitativa o como ellos establezcan sus valores. En cuanto a la celebración de la unión, esa es siempre bienvenida, en el formato que la pareja elija, porque bellas expresiones culturales se desprenden de esos actos y claro que queda en cada individuo lo que quiera hacer en ese momento y preservar como elemento cultural local o ajeno. Estamos en ese momento en el que las tradiciones tendrán que sobrevivir por su cuenta, convenciéndonos de su utilidad y benevolencia; siempre ha sido así, pero hoy, la aldea global tiene una guillotina más amplia y se enamora más de ciertas cosas y olvida por completo otras.
En fin, y volviendo al tema, mi consejo es averiguar los términos de ese contrato en el país que vives y si es necesario tenerlo para que el Estado avale tu unión y los derechos y responsabilidades derivados de la misma.
De no variar los términos bastando solo el concubinato, te aconsejo entonces hablar con tu pareja y discutir si el contrato es absolutamente necesario.
Es responsabilidad de cada ser humano reconocer que se actúa bajo influjo del enamoramiento y, también, saber cuándo de verdad se ama y en qué momento se declarara que se ha terminado el amor.
Ese es un debate que vale la pena tener, al menos entre la pareja que desea unirse. El resultado de esa charla debería ser, propiamente, el único trato compartido (contrato) que la pareja debería establecer en pleno uso de sus capacidades intelectuales, pero aceptémoslo, el enamoramiento nos dejaría fuera de esa cualidad necesaria, y nos presiona a apurar el contrato, por lo que, nuevamente, el “debería” puede volverse utópico en la mayoría de los casos.
Bueno, entonces viene bien probar a vivir un tiempo juntos en lo que se aprende a conocer a la otra persona, se deja actuar naturalmente al enamoramiento y se establece, desde la intimidad del individuo, lo que querrá que se estipule en el contrato a celebrarse, digamos, un año después de la convivencia; ya con los vapores del enamoramiento más o menos fríos y con la ganancia del conocimiento del otro.
Sé que para muchas religiones y culturas esto es una locura y una agresión a sus creencias, por lo que pido perdón, de antemano, por mi atrevimiento, pero si ni tu cultura ni creencias se ven afectadas por esta propuesta que ya se lleva a cabo en varios países, considéralo y convérsalo con tu pareja.
Mi principal consejo aquí es: antes de ese año, no tengan un hijo. Lo digo desde la autoridad de la experiencia.
En un grupo familiar, desde dos integrantes y lo mismo para todo tipo de agrupación, se cuenta con la inteligencia de los más inteligentes para su éxito.
Vuélvelo a leer.
Una pareja o un grupo tendrá éxito si el más inteligente de sus miembros actúa lo más inteligentemente posible.
Nunca olvides eso, a donde vayas.
Así mismo, tu historia individual será exitosa si en cada decisión de tu vida, desde qué comer hasta con quién realizar todo tipo de contratos, así como los objetivos y resultados de los mismos, eres lo más inteligente que puedes ser.
Así, las consecuencias de tus actos quedan solamente bajo tu responsabilidad.
Así, no tendrás que recurrir a la degradante y mediocre necesidad de culpar a otros o de invitarlos, con tus malas decisiones, a someterte, vulnerarte, herirte o humillarte de la forma que sea.
Una supermujer.
Ya no el ser vulnerable que busca que la sociedad le dé un lugar, un respeto o dignidad sin que sea necesario habérselo ganado.
Sino quien lo busca y se lo gana. No es cosa solo de las leyes, mujeres así ha habido en todo siglo. En este siglo y en occidente, es pan comido.
No seas un personaje incompleto si no quieres ser siempre quien necesite ayuda y parezca pusilánime y desvalida.
Busca ser tan completa como cualquier ser humano puede serlo. Y recuerda, si en alguna interacción en la vida, necesitas de otro o varios seres humanos, trátalos con la dignidad y respeto que merecen por la ayuda que te brindarán, solo porque tú eres, igualmente, digna de respeto y dignidad.
Actuando así, auguramos el éxito de toda empresa humana inteligente, digna y con un respeto inherente a la vida en todas sus formas en el planeta.
Así actúa el crimen organizado, lamentablemente. Pero esas no son las relaciones o actividades humanas que queremos que destaquen, para ello, hay que ser más inteligentes que ellos. Acabar, desde nuestro ser individual y en cada acción que nos relacione con los demás, con todo acto de corrupción, deshonestidad y que vulnere la vida de todo ser vivo. Sí, incluso algo tan sencillo como la mentira.
Solo se requiere de ser inteligente. Y si no lo somos, podemos empezar a serlo hoy mismo y mejorarlo cada día que vivamos.
Inteligencia suficiente y determinación. Fórmula mágica de todo éxito.
Por Marcela Gutiérrez Bravo
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