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La supermujer: Entrega 7

Foto del escritor: cosmicafanzinecosmicafanzine


La autoridad

Para existir una idea de libertad, se debe conocer y reconocer la idea de la autoridad.

Conoce perfectamente quien es autoridad de cada una de tus acciones, y decide que así es como quieres que sea.

No puedes ser completamente dueña de todas tus acciones, ya que vives en sociedad, pero reconoce las autoridades que las moldearán. Ese conocimiento y permisión, son parte de tu responsabilidad como supermujer.

No poder conocerlas, ni reconocerlas, te vulnera y te hace dependiente de todo lo que no comprendes.

Por eso, en el cultivo de tu inteligencia, es básico que comprendas la sociedad en la que vives, sus reglas, su sistema político y religioso, que entiendas que existen otros peores y mejores, que ayudes a construir el tuyo, para mejorar.

No es inteligente dejar todo eso en manos de otros, declararse apolítico o que nada nos interesa, y luego hacer un escándalo por lo que parece humillarnos.

Conoce a tu enemigo.

Es la única manera en que podrás vencerlo y, no olvides, mujer, el hombre no es tu enemigo. Él es un compañero de especie, nuestra otra mitad en el juego de la vida.

Cuando ningún hombre requiera de ninguna mujer, o viceversa, para la evolución de la vida, podemos declarar a algún enemigo de la vida en un género.

Como eso es imposible, entonces, nos necesitamos.

Y nos necesitamos justo como hemos llegado hasta este punto de evolución.

Con diversidad sexual y con una cada vez más necesaria urgencia de tener libertad sexual. Lo que impediría el comercio de vidas inocentes.

Piénsalo bien, que cuando niegas a tu compañero sexual el sexo, cuya función te corresponde por la naturaleza de la relación, estás generando una necesidad que, si él no es inteligente, satisfará con pornografía, infidelidad o la adquisición de lo que necesita.

No te apropies de nadie a quien no estás dando lo que te corresponde dar.

Es más, no puedes, no puedes apropiarte de nadie, y en tu esfuerzo por probar que sí puedes te enredarás en relaciones tóxicas, en apegos que solo te causarán daño emocional, a ti y a otros. En la vida nada se posee, llega a nosotros para conocerlo, para disfrutarlo, para darle nuestro sello de vida, para que nos de su sello. Pero nada es nuestro para siempre, recuerda a Heráclito: ‘no te bañas dos veces en el mismo río’, y así como no puedes cambiar eternamente los pañales a “tu” bebé para que entienda que no puede vivir sin ti, no puedes mantener a la fuerza a tu lado a otro ser humano, sea de la índole que sea su relación. Te tocaba solamente dar y recibir, aprender y enseñar, amar, aprender a hacerlo y provocarlo, encausar la humanidad al interior de ustedes. Cuando se está obteniendo lo contrario, esa relación debe terminar o transformarse, para el bien de todos.

Nuevamente, una relación exitosa depende de las soluciones más inteligentes del más inteligente de sus miembros.

Si ambos son inteligentes, mejor. Porque darán al mundo el producto de su unión, que puede traducirse en lucha por justicia social o ecológica, obras de arte invaluables o hijos mejores. Basta con uno de estos productos.

Si no, a terminarla y seguir con el flujo de la evolución, propia y de todo.


El eterno retorno

La eternidad es un concepto filosófico difícil de comprender para quien está entregado a la medida del tiempo de confección humana. Es un concepto que puede mirarse desde lo teológico o no, yo no lo haré, por apegarme a la línea nietszcheana de este libro y por abarcar un poco más en ideas. El eterno retorno podría (porque interpretaciones variadas hay) entenderse como la capacidad de la vida de repetirse hasta perfeccionarse. Esta es la visión que me gusta más, porque el ensayo-error que todos vivimos, y por el cuál aprendemos, tanto en individual como grupal o generacional, nos lo demuestra. Existe la afirmación de que significa la capacidad de vivir del hombre de una manera tan satisfactoria que desee volver una vez más a vivir la misma vida, pero, seamos realistas, casi no hay ser humano que desearía eso, aunque sí, quien desearía volver a vivir lo que ha vivido solo para tener la oportunidad de desempeñarse de una manera más inteligente. No es lo mismo. Estoy hablando de aprender de los errores y de saber identificar las pruebas de la vida en su eterna repetición, siendo así, cada vez que me humillen como lo hicieron en la infancia, o que me golpearon, agredieron, hicieron sentir inútil o, incluso, me consintieron hasta la inutilidad, puedo volver a enfrentarme a esa misma ola de enseñanza vital y enfrentarla cada vez mejor, parado en mis experiencias bien aprendidas y en mi autoconocimiento y desarrollo moral. No nos bañamos dos veces en el mismo río, pero siempre nos bañamos con agua. Esa agua es la vida, hecha de las mismas experiencias, emociones y aprendizajes para todos, el agua, pero al pasar mueve, se conforma de elementos diferentes y no es la misma para mí y el otro, ni tampoco para mí en otro tiempo. Por lo que la creencia del eterno retorno nos convertiría en personas dispuestas a enfrentar cuanta cosa ya sabemos que trae la vida, en caras distintas, en formas distintas, pero que podemos conocer porque vuelven; y para lo cual la vida nos dotó, si lo tomamos también, de un conocimiento, reconocimiento, entendimiento y valoración de cada fenómeno hasta no permitir que nos revuelque, como ola, de la misma manera que lo hizo la primera vez. Esto me quedó claro cuando, ante un problema de confianza con mi pareja, me di cuenta de que estaba experimentando el mismo sentimiento físico y emocional, la misma secuencia de pensamientos y casi la misma reacción que tuve ante los problemas de desconfianza con mi madre. El eterno retorno no me regresa a la niñez a vivir eso físicamente, pero sí psíquicamente y tuve la gracia de comprenderlo para compartirlo aquí. Mi deber como portadora de vida evolutiva, de empoderamiento evolutivo, de capacidad de mejora evolutiva (como todos) me llevó a no volver a actuar infantilmente, ni con la misma reacción de mi infancia y adolescencia, sino a ver con claridad que la vida me volvía a poner en la misma situación y que ya era hora de que mi experiencia vital, mis conocimientos y mi autoconocimiento me hicieran actuar diferente, y resultó exitoso. No tuve que ir con mi madre y perdonarla o pedir perdón, no tuve que volver a sus padres y perdonarlos por no ayudarla a saber cómo manejar tal situación, no tuve que volver a las veces que yo misma fui juez injusto ante una falta de confianza de mi parte, simplemente tuve que sonreír ante mi nuevo yo delante de la misma ola y agradecer al eterno retorno por mostrarme para qué es que existe, para que esa eternidad que es y que difícilmente comprendemos, y en la que la vida está muy ocupada dentro de cada ser, se perfeccione, evolucione y nos haga mejores seres humanos en cada ocasión de probar que lo somos.

El juego infantil, la repetición de tareas educativas, los ciclos productivos y tantas otras actividades humanas nos enfrentan a ese eterno retorno, solo es cuestión de aprender de él y de nosotros, para cada reencuentro con las situaciones.

La evolución, principal tema de este libro, será la que lleve nuestras acciones perfeccionadas hacia la eternidad, en donde moraremos en forma de código genético o de espíritu creativo o de inspiración, pero seguiremos vivos, eternamente vivos. En la moral personal queda decidir lo que queremos otorgar a esa espiral evolutiva y lo que queremos que ya no esté más, por el bien de todos, por el amor a la humanidad.

La madre del mundo

“La madre del mundo no puede evitar ser una niña”, me dice constantemente alguien a quien amo, porque afirma que actúo así. Y me doy cuenta que es así y que son las características que más mido como mis cualidades. Aprendí a ser madre del mundo de todas las madres que conozco, incluyendo en ese espectro a varios hombres aquí, amigos, hijos, parientes y desconocidos. Somos madres cuando cuidamos a otro ser humano como si fuera nuestro hijo, cuando le tratamos con el respeto, ternura, madurez y amor que una madre debiera tratar a sus hijos. He encontrado a una madre en la señora indígena que me prepara hierbas para un baño revitalizador y descubro en ellas la selección más amorosa, sin palabras que la acompañen y sin esperar dinero extra por ese especial cuidado; la tengo en la señora del puesto de tacos, que al verme exclama “¡mi niña!” solo porque sabe que mi madre es excelente cocinera y que cuando voy con ella es porque no he podido comer algo que venga de mi madre, entonces “me adopta” y me prepara los tacos con los elementos que ya ha memorizado que me gustan; tengo una madre en cada amigo que se ha preocupado por mí cuando salimos a un bar; la tengo en mi pareja, cuando se da cuenta de su responsabilidad humana ante mi protección y cuidado. He visto a una madre en mí, cuando hago lo mismo o cuando intento de cualquier manera ayudar a alguien. He visto a una madre en mi madre, cuando se preocupa por cada planta, cada animal y cada ser humano que se acerca a ella.

La maternidad a la que refiero es aquella que hace digno de honra al sagrado femenino, la idea a la que se aferran los creyentes de la virgen, la idea que glorifican los que hacen rituales a la Pacha Mama; esa maternidad es una de nuestras mejores cooperaciones a la vida y al ser humano. Y, como ya dije, cualquier humano puede serlo ahora. El cuidado de los seres humanos y su fortalecimiento integral ya no es cosa de uno o de otro sexo, ya es tarea de todos por igual. Y las madres del mundo nos enseñan a serlo, porque entre más y mejores haya, el camino del ser humano está siendo limpiado para su avance digno.

Conclusión

No quiero divagar para evitar que el mensaje sea poco claro, prefiero ser puntual, mi estilo tiende a ser aforístico, como el del maestro que inspiró esta obra, pero se me ha pedido aumentar la explicación de mis ideas y por esta razón generé esta segunda edición, a continuación, hago un resumen de todas las ideas aquí expuestas, para fines prácticos:

La voluntad femenina viva en ti, peleando en ti, deseando ser, es aquello que se rescató de la hoguera que, en todo paso de la humanidad, mientras se estableció el sistema patriarcal, se ha tratado de sofocar en la mujer. Si no tienes claro lo que ha sido el sistema patriarcal y dónde se encuentra aun operando activamente, te recomiendo que lo estudies.

La lucha por igualdad o equidad no pide que sacrifiques tu femineidad, sino que la uses, si lo deseas, como otra herramienta para aportar al mundo lo que espera de ti.

El éxito en lo que deseas lograr y el valor de tu existencia, en suma, tu conversión a una supermujer depende de:

  • Conocerte y comprenderte constantemente.

  • Plantear tus metas e ir hacia ellas.

  • Cultivar tu inteligencia cada día de tu vida.

  • Dar tus pasos con responsabilidad, al tiempo que ejerces tus derechos de acuerdo a la sociedad en la que vives para que, de acuerdo a tu experiencia, se pueda establecer si hay un atentado injusto contra ellos.

  • Tener claro que la lucha por derechos y responsabilidades que no entiendes, no es asunto tuyo. Tu falta de comprensión se pondrá de manifiesto haciéndote quedar como una tonta, sin que tú te des cuenta.

  • Emanciparte de autoridades nocivas para tus metas.

  • Ser responsable de cada uno de tus actos y procesos mentales. Del resultado de los mismos. Para ello, es fundamental acabar con el concepto de la culpa y emplear otros recursos de autoanálisis que sirvan para ti y tu entorno; como la búsqueda exhaustiva de la verdad, la justicia y la armonía.

  • Evitar ser vulnerable y objeto de ayuda. De no poderse evitar, aceptar la mejor ayuda posible (durante ese lapso, estás a merced y bajo la responsabilidad de otro ser, acéptalo conoce y entiende esa relación, sé agradecida si ese otro ser te ha ayudado sin pedir más de lo que da, cuida que no sea alguien que después se aprovechará de la ayuda que te brindó). Y vuelve al camino de la libertad, mejoramiento y fuerza en cuanto vuelvas a ser capaz de valerte por ti misma.

  • Nunca olvidar que el respeto es algo que se gana, respetando. La vida, a su vez, te respetará si la respetas.

  • La libertad se gana emancipándose. La emancipación requiere de inteligencia. A mayor inteligencia, mejor calidad de vida y convivencia.

  • Si algo de lo que te rodea no te gusta, y está en tus manos ayudar a cambiarlo, haz lo que puedas, si no, no te quejes ni critiques. Una evaluación inteligente te dejará en claro de que eres, en parte, responsable de lo que no te gusta. Haz tu parte entonces, la evolución se verá favorecida.

La sociedad actual mantiene consentido al varón, muchas madres lo educan así, si su carácter necio y orgulloso lo deja atrás en las posiciones de poder, es trabajo de él salir de esa inactividad y hacerse cargo de su nuevo papel. Nosotras aprendimos a adecuarnos a toda situación, aprendimos a sortear cada impedimento y ahora podemos disfrutar de las capacidades que se desarrollaron con el ejercicio de esa lucha de supervivencia, y no solo de supervivencia, sino de necesidad de vida digna y satisfactoria. Repito, no pido aquí al hombre pelear contra la mujer tampoco, pido luchar juntos, para recuperar la dignidad humana, tan autosaboteada, tan desviada… ¿a dónde íbamos?

Este libro, reúne mis observaciones de ese camino y del que podemos tomar. Se trata de un primer esfuerzo por abordar tales temas. Mucho agradeceré que busques contactarme en las diversas páginas y de redes sociales que tengo para exponerme tus puntos de vista o dudas. Mis libros de consejos para la adquisición o eliminación de hábitos pueden ayudarte mucho en el conocimiento de ti misma y en el establecimiento de estrategias para mejorar, te los recomiendo mucho.

Concluyo, sintiendo que no he concluido, sino que apenas comienzo esta conversación.

 

Por Marcela Gutiérrez Bravo

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