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Siento el destino en mí

Me atormenta la idea de vivir como las mujeres de mi familia y construirme de las mismas piezas empíricas que les dan forma, por esto el asunto de dejar de ser yo y que una serie de desdichas maritales marquen mi presente, dicten mi futuro para luego construirme, me hace sentir la presencia de un fantasma que se coloca detrás de mí y aguarda por mi descuido, él sabe, al igual que yo, que tarde o temprano me rendiré ante Eros y sólo restará rogar a la Moira para que no cincele desventuras en mi línea de vida.

Así, todo lo que el porvenir implica me ha tenido reflexionando por un largo tiempo, sé que es algo que no soy capaz de controlar aunque se me haya vendido la idea de que soy libre y que puedo elaborar mi propio camino, nadie explica qué, tal y como Voltaire establece, sólo en las acciones se encuentra la libertad mientras que la voluntad carece de ella. Por tal motivo, para calmar nuestras ansias de verdad se nos dice que los dioses gobiernan el destino, si ellos existen o no en realidad no me importa, sólo busco saber a dónde me dirijo, y con ello, de todos los recovecos que permanecen ocultos en mi futura existencia, lo que más me aterra es toparme con la violencia que brota dentro de las paredes que suelen llamar hogar.

Más allá de una genética compartida, las desdichas doméstica se vincula en la vida de cada mujer con mi apellido materno, por lo cual, escuchar comentarios que van desde “él siempre fue malo conmigo” hasta “me golpeó porque no lustré bien sus zapatos” ocurre con frecuencia en las reuniones en casa de mi abuela, todas son mujeres que han soltado su dependencia a un macho con la esperanza de encontrar un mejor futuro para ellas y para sus hijos e hijas; se sabe bien que esa dependencia se aprende casi de manera automática, después de todo ellas la adquirieron de su madre, quien casada a los 14 años, vivió más de tres décadas aterrorizada por los maltratos domésticos, no es que sus hijas hayan succionado del seno la dependencia sino que fue la violencia y su efecto dominó quien hiló su destino.

De esta manera, y debido a los antecedentes, me pregunto: ¿es este también mi destino?, ¿sus experiencias son una suerte de oráculo que viene a advertirme? Estas incógnitas me provocan el suficiente temor para mantenerme en una esquina desde donde aguardo sumisa, pero dentro de mí existe una voz que busca no extinguirse y me urge a ser más valiente al tiempo que busca derrocar a los infortunios que han hecho nido en mi ADN, hay en mí una revolución que deconstruye y toma como lema: “no soy ellas y mientras haya vida en mí, no me dejaré adoctrinar”.

Al mismo tiempo, siento su lucha como mía porque sé que esas sonrisas carmesí, las nubes de tabaco, las burbujas de alcohol y los bailes han dejado de lado a los hombres que ya no necesitan, sé que algunos se han quedado en el camino y otros se han perdido en las sustancias de placeres pasajeros, mientras que por otro lado, ellas abrazan sus experiencias que van desde infidelidades hasta palizas y las cuentan como si ya no dolieran pero en sus ojos hay una chispa de dolor que nunca se irá y que advierte a quienes están dispuestos a escucharlas.

Por todo esto, mamá me niego a ser como La Migajita en ese romance de Guillermo Prieto, y no descansaré en el Panteón de Dolores entre cruces de palo, por eso predigo que llegado el día mi vestido trasmutará en plumas sobre mi cuerpo y emprenderé el vuelo como un hermoso monarca colilargo que escapará del dédalo en el que me viste nacer.

 

Por Luisa Gómez M.

(Monterrey, 1998) En ansiedad perpetua es estudiante de la carrera de Letras Hispánicas en la Universidad Autónoma de Nuevo León, feminista a tiempo completo, ama el scrapbooking, los gatos, las acuarelas, los inciensos y a Agust-D.

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2 Comments


Clarisa Iridian Pacheco
Clarisa Iridian Pacheco
Aug 06, 2022

Te amo ♥️, soy tu fan #1

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naila98mj
Aug 04, 2022

Soy tu fan, Luisa.

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